Un símbolo, un emblema, un simple dibujo, atravesados por una raya que los cruza, de izquierda a derecha, como si fuera la banda que cruza el pecho de la camiseta de un equipo de fútbol. Que esto no se puede, que aquello no se hace, que lo otro no se toca. Solemos decir que son normas de convivencia, que contribuyen a que haya orden y tolerancia que nos permitan vivir en sociedad. Nos advierten que no debemos hacer lo que pudiera perjudicar a un tercero y lo que no nos gustaría que nos hagan. Parece una contradicción en sí misma que en una nación libre y democrática, que se jacta de una madurez incipiente tras tantos golpes militares concretos e intentos fallidos, ahora existan prohibiciones. Entonces, como en una clase de Construcción de la Ciudadanía, que en nuestra época se llamaba Instrucción Cívica, nos aclaran que no debemos confundir la libertad con el libertinaje. Y que de la democracia a la anarquía pareciera que hay un solo paso, sin que se trate de una transición, pero va casi sin escalas. Una Ley Madre llamada Constitución nos otorga nuestros derechos, pero también nos impone nuestras obligaciones ciudadanas. Y debajo de ese gran paraguas protector, quedan bajo su sombra un sinfín de normas y códigos que ordenan el mapa cotidiano. Por eso, cuando alguien actúa de manera casi salvaje, violando prohibiciones, se dice que se rige por la Ley de la Selva o que no tiene códigos. También solemos invocar que todo aquello que no está prohibido, por decantación, está permitido. Esto pareciéramos interpretar cuando no existe una señal que nos marca la imposibilidad de una determinada maniobra o la oportunidad de realizar una acción definida. Sin embargo, allí debería actuar el sentido común, o el acto reflejo que nos permita reflexionar rápidamente acerca de si lo que estamos haciendo no está de alguna manera vedado por ese conjunto de leyes que deberíamos conocer como ciudadanos. Por ejemplo, no hace falta que cada uno de nosotros vaya por la calle con una remera estampada que indique Prohibido Insultarme o Prohibido Agredirme para que esto no ocurra. O que una mujer vaya con un letrero de Ni Una Menos para que no la cosifiquen, maltraten, abusen o asesinen. ¿Cómo habrá que hacer para que queden prohibidos la violencia y los crímenes?

Una interminable seguidilla que no debe quedar en la fría estadística para incorporar a Solange Ortíz, enterrada en la casa de su ex novio en Salto. O Anahí Luna apuñalada delante de su beba, casi sentada en La Falda, cuando entró al lugar prohibido, el departamento de su ex Matías Carranza ya condenado por otro homicidio. Y Norma Dragel, asesinada por su marido, Pedro Sosa, en medio de una discusión. Esas situaciones que deberían estar prohibidas en los matrimonios, para que luego confiese su aberrante hecho en la seccional de Marcos Paz, la ciudad con cárcel propia. Pero ya son 31. 31 los homicidios de mujeres en solo 47 días del nuevo año. Una muerte cada día y medio. Una cifra escalofriante que debería estar prohibida, como cada injusticia que se lleva vidas ajenas y esconde a sus asesinos, que van dejando pistas que se llevan la atención como en una novela policial de ficción que debería estar prohibida en la vida real. El asesino de Brian Fillip en San Fernando, Roswil Belisario, es el venezolano que se camufló como prófugo pero que finalmente cayó. ¿Cuándo vamos a prohibir la entrada y permanencia de algunos extranjeros? Los que no buscan a la Argentina como gente de bien sino que quieren hacerse la América poniendo a otros con las manos arriba o dejándolos con las manos atadas. ¿Y qué ocurre con los homicidios de las actividades prohibidas como el narcotráfico? Tres adolescentes detenidos que convirtieron en cenizas las pruebas de muchos delitos, entre los que se encontraban estrangulada Rocío y con más de 100 puñaladas Alexis. Un ajuste de cuentas en pleno Parque Avellaneda por negocios sucios y prohibidos. Habría que prohibir a Los Monos como se prohibieron los zoológicos y las cacerías humanas. Pero no podemos prohibir la noche ni los boliches. No sirve, porque la solución es mayor control y prevención, con leyes más severas o las existentes pero de aplicación efectiva. ¿Hasta dónde van a continuar los abusos que sin piedad ya suman 22 adultos mayores martirizados por tener lo prohibido? Por tener inocencia, incredulidad y ahorros, que son trampas mortales.

Pero si estamos en democracia, la solución no debería ser prohibir el paso con rejas, candados, alarmas, poniéndonos a los decentes como presos y a los delincuentes bien sueltos. Tal vez vas a pensar que hay prohibir a los fachos, o mejor a los garantistas. Indudablemente deberíamos prohibir a los corruptos. ¿Pero acaso no está prohibido que vuelvan a ejercer la función pública? ¿Cuántas pruebas más necesitamos con Víctor Manzanares entre los testigos protegidos, los Báez padre e hijo arrestados, Amado Boudou a punto de regresar a prisión? No pensemos en prohibir los cuadernos que registraban las coimas, aunque sean fotocopias. Tal vez es preferible pensar en prohibir que un abogado como Marcelo D´Alessio extorsione en nombre de un Fiscal como Stornelli que lamentablemente para él, nos dejará el beneficio judicial de la duda. Ese recurso no está prohibido en los Tribunales, aunque lo favorezca. Habría que prohibir que los corruptos se postulen y si están en funciones que se mantengan. Prohibir las mentiras de campaña o prohibirles que hablen y hablen, jugando con nuestras ilusiones y nuestros ingresos. Prohibir que remarquen los precios otra vez, que treparon a casi el 3 % promedio cuando nos aseguraban que se iban a desacelerar. Y pensar que antes estaba prohibido difundir las estadísticas reales porque nos generaban una sensación engañosa. Es que se ha vuelto prohibitivo comprar y consumir casi todo, y ni hablar de la carne vacuna. Es casi más fácil lograr que la India salga de la prohibición que mantiene a la vaca como animal sagrado. ¡Para eso no fue la comitiva presidencial de excursión a la India porque el potencial de negocios está fronteras afuera! No está prohibido salir de vacaciones pero es casi imposible, como pasar la SUBE que cada vez sube más y te deja menos saldo. Habría que poner un letrerito más en el cole, al lado del sticker de Prohibido Fumar, que nos diga prohibido bajar por adelante pero que además marque que está prohibido subir porque es exclusivo para pudientes. Habría que inventar los bondis low cost. Y en el subte, no solo debería estar prohibido subir o bajar cuando suene la chicharra de las puertas porque casi que no está permitido tomarlo diariamente hasta que las negociaciones paritarias no devuelvan a los salarios lo que el alza de precios se tragó.

Necesitamos prohibir el arrebato de los celulares y prohibir a los moto-chorros, porque no alcanza con registrar el IMEI de tu equipo. Y a pesar de que nos prohíben tocar bocina en la espera de los peajes, el malhumor por la impresionante alza de tarifas se lleva por delante cualquier norma que solo logra desdibujar una estafa. Deberíamos buscar la llave que reabra los comercios a los que parecía que estaba prohibido comprarles y que no pudieron soportar la Macrisis para bajar definitivamente las persianas. ¿Cuándo será el momento en que se prohíban las retenciones y otras formas de presión tributaria asfixiante?  No alcanza con buscar el atenuante más allá de la exención de aportes patronales para sueldos menores a los 17 mil pesos porque es prohibitivo sumar empleados y mantener los actuales. O tal vez debamos prohibir que las negociaciones con los docentes se realicen sobre el filo del nuevo ciclo lectivo, poniendo en riesgo siempre la educación de los niños que tienen prohibido un primario presente y un futuro superior. Pero no podemos prohibir que nos embarguen la tristeza y el desconsuelo en el adiós al futbolista Emiliano Sala, cuando tenía un Progreso sin freno a los 29 años. Cómo explicamos que un avión termine en el fondo del Canal de la Mancha o que los discos con 20 mil imágenes de viaje submarino del ARA San Juan no puedan verse porque están fallados. No podemos prohibirnos el descubrimiento de la verdad aunque sugestivamente quizás haya otros a los que les convenga que el material se quede guardado como un secreto prohibido. Un mundo de privaciones como el que vive Venezuela, con una increíble prohibición a la ayuda humanitaria, bloqueada en el puente de las Tienditas desde Colombia. Un mundo de prohibiciones: Tomar un Uber sin que te escrachen o sin que te ataquen porque te confunden. Está prohibido para el bolsillo hacer el mejor regalo a tu enamorada, porque eso está reservado para los gigantes, como ese mural de Romeo y Julieta, esos del amor prohibido de Montescos y Capuletos,  en el balcón de la Rosada. Ese lugar que nunca ocuparon Adán y Eva, los de la fruta prohibida, porque siempre estuvo reservado para Juan y Eva, Néstor y Cristina, Mauricio y Juliana.

Pero suponemos que no aparecerá allí una gigantografía del amor millonario de Wanda e Icardi, porque no está prohibido retirarle la cinta de capitán del Inter pero sí está prohibido también en Italia tirarle una piedra al auto, del que con los niños salió ilesa por milagro. ¿O vos creías que esa barbarie es propiedad privada del fútbol criollo? Habrá llegado la hora de pensar qué más falta prohibir en las canchas cuando no alcanza con la abstención de los visitantes. Ya no existe nada que le prohiba a los chicos que se coman a los grandes. No hay billetera que impida el batacazo. Esos sustos que desde el sur le quieren dar esta tarde al Muñeco cuando le muestren un Taladro. Y también a los de Alfaro que quieren la prohibición de la luz ultra-granate. La punta no está prohibida para los que ejercen bien el ataque, la defensa, la justicia, ligan hasta goles en contra y vuelan alto como buenos Halcones. Los que dan pelea como buenos Académicos, aunque siempre haya uno que por antecedentes tiene mala nota: Centurión, otra vez se le soltó la chaveta y ahora sí le prohibieron seguir en el Racing de primera. En el tenis tampoco está prohibido que un Peque sea gigante en la final del ATP Porteño, como Diego Schwartzman y su gran golpe frente a Thiem para ir por su primer gran saque ante el italiano Cecchinato.  La historia que Sandra interpreta de fondo nos habla de lo que está prohibido prohibir: Que entre el Fondo Monetario por el frente de tormenta; no está prohibido que el dólar rompa la barrera de los 40 pesos ni el límite virtual de los 44. Todos podemos salir adelante aunque sentimos que está prohibido. Aunque multen micros que llevan manifestantes por estacionar en lugares prohibidos. Y a pesar de que la Policía reprima a los que hicieron el verdurazo como señal de protesta al ajuste y al ahogo de las economías regionales, no podrán ocultar que está prohibida la supervivencia. No se puede prohibir la libertad de expresión. No podemos tapar el sol con la mano que es nuestra principal estrella por más que le quiten el micrófono a los actores cuando reciben su Estrella de Mar. Lo que no está prohibido, está permitido. Pero lo que está prohibido muchas veces está censurado.

Por eso, si sentís que hay muchos a los que se les despierta la inquietud de conocer el sabor de lo prohibido, es porque el riesgo lo vuelve interesante. Pensá que cada persona es distinta. Algunos creen que la prohibición regula como un dique, para que haya equilibrio entre lo legal y lo no permitido. Otros sienten que la prohibición no suma sino que nos resta como sociedad. Cada uno piensa como piensa, porque cada uno es como es. Y eso no hay forma de prohibirlo.