El problema de los diseños estratégicos es mirarlos bajo un cristal ideológico. Una estrategia puede ser exitosa o ser un fracaso, pero no es buena o mala o sí misma. No lo dijo Stalin sino el mítico secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger: en las relaciones internacionales los países son como bolas de billar, se juega sin analizar lo que tienen adentro. Realpolitk se lo llamó.

En esa inteligencia, debe analizarse el hilo conductor de la estrategia oficialista, en lo que podríamos llamar el eje Cristina-Grupo de Lima-Maduro-Sputnik V.

Ayer, muchos se escandalizaron porque la Argentina se retiró del Grupo de Lima, una suerte de unión de países para condenar lo que claramente es una dictadura, como la Nicolás Maduro en Venezuela.

También, algunos cuestionaron el discurso de Cristina Fernández de Kirchner en Las Flores, donde resaltó que la provisión de Sputnik V, que es la que en su mayoría viene alimentando a vacunas a nuestro país, fue fruto de la política exterior multilateral que su gobierno llevó a cabo.

Para terminar de echar condimentos al guiso, hay que resaltar que, el dictador Maduro, es un aliado estratégico en la región de Vladimir Putin, el líder ruso. De hecho ese país, resultó un axilio sustancial para Venezuela durante la crisis pandémica, primero proveyendo de testeos, luego de vacunas. Hace solamente un año, ambos líderes llegaron a un acuerdo bilateral para trabajar juntos influyendo en el precio internacional de petróleo, dado que ambas son naciones de gran capacidad productiva del fluído.

Entonces el guiso tiene un gusto determinado. Los países pobres tienen un limitadísimo acceso a las vacunas. El gobierno argentino, contado entre los pobres, accedió a gran cantidad de dosis de Sputnik V (incluso considerando los retrasos de producción de los rusos), al punto de depender casi exclusivamente de esa vacuna (ahora se agrega la china, otra alianza estratégica).

De tal modo: si la inmunización de los ciudadanos depende de la vacuna que debe proveer Putin, ¿que lógica tendría mantenerse enfrentado al aliado de Putin en la región, es decir Maduro? ¿Por cuestiones morales? ¿Porque Maduro viola los derechos humanos?. Así no funcionan las relaciones internacionales. A nadie le hace gracia Maduro, ni la forma en que se maneja y lo ideal sería que no estuviese allí y el pueblo de venezolano tuviese elecciones libres.

Pero está ahí. Con o sin elecciones. Y la responsabilidad del gobierno es que acá lleguen vacunas. Y si eso es a costa de no pertenecer a un grupo improductivo e ineficiente como el Grupo de Lima, el costo es bajo. Porque retirarse de él parece malo, pero los logros del Grupo para recuperar la democracia venezolana no llegan a uno. Por ende, y otra vez en la línea de la realpolitik, estar o no estar da igual.

Hay un claro posicionamiento  estratégico con un fin determinado. La ideología o la moralina empañan la comprensión objetiva de los hechos, los que tienen responsabilidades de gobierno no pueden darse ese lujo.