Si bien hay diferencias, todos los partidos de la Selección Argentina han tenido los mismos puntos altos y las mismas flaquezas. Hay buenos pasajes de fútbol asociados, que buenos y vistosos pero cortos, y momentos prolongados de zozobra basados en la cesión del protagonismo. El equipo nacional sufrió hasta el final, pero logró ganarle 1 a 0 a Paraguay con un gol de Alejandro el “Papu” Gómez y aseguró la clasificación a los cuartos de final.

El equipo argentino tuvo varias variantes respecto del último encuentro. Puso jugadores de menos dinámica y mejor manejo de la pelota y se notó: durante los primeros minutos hubo tenencia y una interesante presión alta.

El más punzante del equipo en el comienzo fue el “Papu” Gómez, que se sumó al circuito de juego pero además fue quien más se animó a romper líneas. A los 7, tras un centro de él y una desinteligencia grosera de los defensores paraguayos, Sergio Agüero recibió a un metro del arco, pero completamente de espaldas. Intentó resolver de media vuelta pero tomó la pelota muy abajo, casi mordida y se fue por arriba. No era una acción sencilla.

Dos minutos más tarde, el más peligroso del equipo tuvo su premio. Lionel Messi arrancó cerca de la mitad de la cancha, eliminó un par de rivales y se la dio a Ángel Di María. El ex Rosario Central puso un muy buen pase ante una gran diagonal del “Papu”, quien definió con sutileza ante la salida del arquero levantando apenas la pelota. Otra vez el conjunto nacional encontró una temprana ventaja.

El equipo de Lionel Scaloni jugó con muchísima fluidez a pesar de tener en cancha algunos jugadores sin tanto rodaje en conjunto. A los 17 tuvo una nueva chance de tiro libre, tras un buen robo y arremetida de Nahuel Molina Lucero. Messi decidió darle seco al palo del arquero Anthony Silva, y el tiro se le fue apenas ancho.

Sin embargo, como ya es característico del equipo en esta competencia, aunque sea negativo, a partir de los 25 dejó de presionar y se retrasó. Regaló protagonismo de manera innecesaria.

Es cierto que Argentina sufre cuando no tiene la pelota, pero da la sensación de que en muchos casos en es el propio conjunto nacional el que opta por esta versión más cercana al área propia. Para cada intento de contraataque, el arco rival quedó demasiado lejos; demasiado terreno para recorrer con uno o dos hombres.

En la segunda mitad del primer tiempo, el dominio argentino que había sido absoluto, cedió. Paraguay pudo tener un poco más la pelota y explotar el costado izquierdo a partir de la extraordinaria velocidad de Miguel Almirón.

De todos modos, Cristian Romero y Germán Pezzella respondieron correctamente, por lo que hubo acercamientos pero no situaciones claras para el equipo de Eduardo Berizzo. En la última del primer tiempo, el equipo argentino volvió a adelantarse y tuvo una buena chance.

Di María enganchó de derecha a izquierda y remató de afuera. Messi, en posición adelantada, evitar tomar contacto con la pelota y Silva despejó en un rebote. En la segunda chance le quedó al “Papu” Gómez que tiró un centro, Junior Alonso se llevó puesto el envío y convirtió en su propio arco. Sin embargo, el árbitro anuló correctamente la acción por la primera maniobra en la que Messi obstaculizó la visión del arquero.

En el arranque de la segunda mitad, Argentina intentó tener un poco más la pelota que en el último tramo de la primera parte. Si bien fue un manejo más pasivo, sirvió para no jugar por unos minutos en una incómoda posición defensiva que ocuparía en el resto del encuentro.

A diferencia de los partidos anteriores en los que buscaba ser más directo, en este caso hubo una clara comodidad del equipo con la tenencia más paciente. Messi fue el mayor creador de juega, en general desde el sector derecho. “Papu” Gómez desde la izquierda aportó lo suyo pero de mayor a menor.

Di María tuvo una insistencia inclaudicable, pero rara vez terminó bien las jugadas. Agüero, que fue reemplazado a los 13 del complemento. Mostró algunas pinceladas de notoria categoría, pero dejó en claro que no está físicamente para más de 60 minutos.

El ataque del conjunto guaraní pasó siempre por la izquierda. Almirón fue siempre profundo por ese sector, aunque Molina Lucero le ganó una buena cantidad de duelos mano a mano. El mayor inconveniente fue cuando a esos duelos se sumó el lateral Santiago Arzamendia, que fue poco seguido por Di María.

Otra vez, en el tramo final del encuentro, los de Scaloni se retrasaron notoriamente y padecieron el partido. Más allá de que a veces pareciera que la Selección busca el cambio brusco de postura, en los segundos tiempos suele haber un notorio bajón físico que dificulta el cierre de los partidos. Casi no crea situaciones de gol en los últimos minutos, por lo que el rival, sin riesgo en el fondo, se vuelca completamente al ataque y complica.

En términos de rendimiento, hay muchísimo para corregir. Existen varias cuestiones colectivas difíciles de modificar en medio de un torneo, pero algunas individualidades como Emiliano Martínez, Romero, Molina Lucero o Guido Rodríguez parecen haber aparecido en el momento justo para darle mayor solidez al equipo y certezas a un entrenador que cambia demasiado partido a partido.

La Argentina no sólo aseguró la clasificación, sino que además, por el empate de Chile ante Uruguay, se acomodó en el primer lugar del Grupo A en absoluta soledad.