El antecedente de Claypole y la rotación del once titular hacían suponer un partido mucho más reñido. Sin embargo, Boca hizo valer su jerarquía y no dejó dudas. Le ganó 3 a 0 a Defensores de Belgrano con dos goles de Mauro Zárate de penal y uno de Emmanuel Más y ya está en los octavos de final de la Copa Argentina. 

Espera por el ganador de River y Atlético Tucumán que jugarán el 7 de abril. Es difícil explicar que aunque se haya dado el resultado lógico, el mismo pudo resultar inesperado. 

La jerarquía del plantel del Xeneize es ampliamente superior a la del Dragón. Sin embargo, en la Copa Argentina han sido tantos los equipos menores que han conseguido enormes rendimientos ante los clubes más poderosos, que han tornado habitual lo que en términos racionales no es lo esperable. 

El conjunto de Miguel Ángel Russo arrancó muy bien. Con pelota dominada y decisión para sacarse un trámite incómodo de encima, arrinconó al rival de entrada. Es cierto que encontró el gol rápidamente, y no debió atravesar por el desgastante embrollo de llegar y no concretar. 

Pero, aún con lo pronto que se dio, la ventaja estuvo totalmente justificada. A los 10 del primer tiempo, tras un córner desde la derecha, el experimentado Juan Manuel Sosa tocó la pelota deliberadamente con la mano y Mauro Vigliano sancionó penal. Mauro Zárate, de lo mejor del partido, convirtió el primer tanto del partido. 

Con una formación y una disposición que no es la que suele usar, por primera vez en mucho tiempo, Boca se sintió cómodo con el protagonismo y la pelota. No tuvo dificultades para mantener a Defensores alejado de su arco a partir de la tenencia y la circulación. Además, fue paciente para encontrar los momentos adecuados para que Zárate, Agustín Obando o alguno de los dos laterales rompieran con una acción individual. Casi sin sobresaltos y con buenas sensaciones se fue al entretiempo. 

El Dragón jamás pudo generar daño. Luis López, a quien iban dirigidos casi todos los envíos largos, nunca pudo ganarle a la dupla de Carlos Zambrano y Marcos Rojo. Juan Manuel Olivares, el conductor, estuvo muy impreciso cuando tuvo oportunidad de sacar algún contraataque. 

Incluso los cambios en el entretiempo no modificaron el bajo nivel del equipo. Tuvo una sola situación que pudo cambiar la historia. Al inicio de la segunda mitad, Olivares estrelló un gran remate de tiro libre en el travesaño que pudo haber significado el empate. Además, tras rebotar en el palo horizontal, la pelota pegó en la espalda del arquero Agustín Rossi, y aun así no se metió en el arco. Fue una acción aislada. No sirvió para que el conjunto de Gastón Esmerado se prenda en el partido ni para que Boca deje de dominar. 

Incluso, poco después, el conjunto de La Ribera encontró el segundo gol. Obando desbordó bien por la izquierda y tiró un centro raso y muy preciso para el ingreso solitario de Más quien desde el medio del área la acomodó contra el palo derecho de Ignacio Pietrobono. 

Con el encuentro totalmente definido, Boca siguió con el manejo de la pelota y no se nubló. A falta de 15 minutos a Obando le cometieron el segundo penal de la noche, y Zárate, nuevamente, lo cambió por gol. Tras esa acción solo quedó tiempo para algún contraataque desperdiciado por algunos de los que entraron en la segunda mitad en el Xeneize, como Gonzalo Maroni. 

En un partido con poco para ganar y mucho por perder, el equipo de Russo sacó el mayor provecho posible. Ganó sin dificultades, encontró buenos rendimientos en jugadores con pocos minutos y aguarda con tranquilidad en octavos de final. La expectativa estará puesta en el duelo de 16avos de final entre River y Atlético Tucumán de donde saldrá el próximo rival de Boca.