La última embestida de Camioneros contra Walmart suma un nuevo capítulo a la contienda entre el poderoso sindicato y el empresariado. El jueves, el centro de distribución de la cadena de supermercados, que abastece desde la localidad bonaerense de Moreno a sus 92 sucursales en 22 provincias, amaneció sitiado por una protesta del gremio que dirige Pablo Moyano.

La razón: un pedido de indemnización y la posterior reincorporación, con su correspondiente antigüedad, de más de 500 empleados bajo el convenio colectivo del gremio, a raíz del reciente cambio de dueños. El nivel de tensión fue tal que Francisco de Narváez, propietario del grupo que compró Walmart Argentina en noviembre, resistió el reclamo y permaneció junto con el directorio de la compañía en el depósito hasta que el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria.

La arremetida no es un hecho aislado. Cada episodio en el que Camioneros arrincona a una empresa es una reminiscencia de otro anterior. A este caso le antecedió, en julio pasado, la interrupción en la entrada y la salida de mercadería de cinco centros de distribución de Mercado Libre, en el marco de la belicosa relación entre la cúpula sindical y el creador del gigante de comercio electrónico, Marcos Galperin. Más próximo en el tiempo, hace apenas un mes, le sucedió un conflicto con la plataforma de envíos Chazki, con base en el complejo Parque Ader, en Villa Adelina. Solo hace falta buscar en Google los términos “empresas + Camioneros” para encontrar noticias como estas.

En todas las ocasiones, el resultado de la pelea por el encuadre sindical de los trabajadores fue el mismo: a los perjuicios ocasionados a las empresas afectadas, se suma el daño colateral a los consumidores, los principales damnificados en esta disputa. Una caída del 75% en la distribución de alimentos y un desabastecimiento de productos esenciales en las góndolas de Walmart, que impactó a más de 1 millón de familias. Una logística paralizada, que demoró la entrega de 200.000 paquetes de Mercado Libre. La nulidad de repartos y recepción de productos en el predio de Chazki durante 12 días.

El “método Camioneros” es sinónimo de piquetes como forma de sumar afiliados, una cuestionada táctica a la que los empresarios responden con medidas coercitivas y repudios públicos, como el que se viralizó en las redes este viernes, a través del hashtag “#Noalosbloqueos”. “Ataquemos la pobreza a través de la dignidad del trabajo y la transparencia. La situación en Walmart desalienta la creación de empleo y es un ejemplo más de las acciones ilegales destructivas”, sostiene el mensaje que compartieron reconocidos nombres del mundo de los negocios, como Guibert Englebienne, co-fundador de Globant; Juan Pablo Lafosse, ex CEO de Almundo; Fernando Storchi, fundador de Megatlon; y César Litvin, contador y director del estudio Lisicky, Litvin y Asociados.

Aunque enunciados como éstos intentan contener el impacto nocivo y el alcance de los reclamos extorsivos, no evitan las consecuencias que provocan en términos comerciales y de imagen. Lo cierto es que el imperio de Los Moyano es una de las figuras más poderosas de la política argentina, capaz de parar el país.

Agobiados por la carga impositiva, las cambiantes reglas de juego y la inestabilidad macro, los inversores abandonan la Argentina en busca de mercados donde no existen presiones de dirigentes sindicales y donde la lucha gremial transcurre de forma pacífica. “Mientras persista esta mafia, es imposible”, es una frase reiterada en el sector privado, que se traduce en menos inversión, menos producción, menos consumo y menos aporte al crecimiento económico. En resumen, más desocupación y más indigencia.