El mensaje fue prolongado, y los temas que el presidente tocó, variados. Pero buena parte de la atención pública, estaba puesta en la eventual referencia que el mandatario hiciese sobre el escándalo del vacunatorio VIP que le costó el cargo al ex ministro Ginés González García. Y lo hizo, pero con referencias elípticas a sectores que, a su criterio, guían las críticas opositoras. En ese sentido, el presidente apuntó contra un misterioso sector que guiaría las críticas opositoras para el escándalo del vacunagate. “Existen intereses inconfesables de poderes económicos concentrados. No llegué a la presidencia para ser sordo a las críticas bien intencionadas, como tampoco para dejarme aturdir por críticas maliciosas  que responden a intereses inconfesables de poderes económicos concentrados que en ocasiones buscan sembrar las fracturas, la polarización y la discordia entre el pueblo argentino, profundizando las heridas que como sociedad cargamos”.

No fue lo único que dijo al respecto. “Hay un plan con prioridades claras, las reglas se deben cumplir, si se cometen errores la voluntad de este presidente es reconocerlos y corregirlos. Cuando dijeron que esas reglas fueron transgredidas, aun cuando en lo personal me causaba mucho dolor, tomé las decisiones que correspondían”.

Por cierto, hubo lugar para hablar de la pandemia, el acuerdo con el FMI y especialmente de la Justicia, sobre la que emprendió con fuerza, haciendo eje en cuestiones puntuales. “Hay un fiscal procesado por delitos severos como espionaje y sigue en función como si nada sucediera. No se le aplica la doctrina que recomendaba la detención preventiva de personas cuando su poder residual pudiera afectar la investigación. Su poder no es residual, está vigente. También observamos cómo sale a la luz un perverso sistema de jueces, fiscales y reconocidos periodistas para montar extorsiones. Todo se sabe. Todo sigue sucediendo”.