Los rebeldes acusaron al Ejército de Kiev de causar las muertes al romper el alto el fuego, pero las tropas gubernamentales lo negaron y culparon a grupos militantes.

Los esporádicos combates que estallaron el domingo en las afueras de Donetsk evidenciaron la fragilidad de la tregua, que ha sido aprovechada por ambos bandos para reforzar sus posiciones, reagrupar sus fuerzas y recibir nuevos suministros de armamento.

Los rebeldes, además, denunciaron tiroteos y bombardeos, por los que acusaron a las tropas de Kiev, durante el viernes y el sábado.

Entretanto, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, hizo una oferta de autonomía por tres años a los insurgentes en los territorios que ya controlan, mientras en el ejercicio de la OTAN "Tridente Rápido" el ejército ucraniano empezó a entrenarse en técnicas de contrainsurgencia.

El proyecto de ley de autonomía temporal para las regiones orientales de Donetsk y Lugansk, escenario de una sublevación armada contra Kiev, ya fue remitido a la Rada Suprema (Legislativo) y podría ser aprobado por los diputados mañana martes.

La propuesta de Poroshenko se resume en tres concesiones de Kiev (tres años de autogobierno, una amplia amnistía y el libre uso de la lengua rusa), a cambio de que las elecciones locales que prevé celebrar el 9 de noviembre también tengan lugar en las zonas independizadas por los rebeldes

También exige que en el plazo de un mes los insurgentes depongan las armas, desalojen los edificios administrativos y liberen a todos los rehenes en su poder.

El documento denomina las zonas bajo control de los separatistas como las "zonas de Donetsk y Lugansk" incluidas en el territorio de la operación antiterrorista lanzada por Kiev en abril, y las señala para la aplicación de un "régimen especial de autogobierno local" por tres años.

Las regiones donde Poroshenko reclama elecciones para tener interlocutores distintos a los insurgentes, a los que define como "terroristas" cubren alrededor de un tercio de las provincias de Donetsk y Lugansk.

Allí, entre otros efectos, los ataques del ejército ucraniano y las milicias de voluntarios pro-Kiev provocaron una masiva huida de pobladores locales en las últimas semanas.

Simultáneamente, la derecha y ultraderecha ucraniana, de fuerte presencia en la actual Rada Suprema (parlamento), ilegalizó a partidos políticos, como el Comunista de Ucrania, de fuerte arraigo en la zona en conflicto

Pero los líderes insurgentes, más radicalizados incluso que el ahora ilegalizado comunismo local (que se opuso en su momento a la secesión armada), no parecen dispuestos a retroceder de su declarada voluntad de independencia, mucho menos a integrarse a una Ucrania unitaria.

Por el contrario, exigen el control completo de ambas regiones y la total evacuación de las fuerzas ucranianas, además de pleno derecho a establecer relaciones económicas propias con el resto del mundo (básicamente, Rusia, con la cual la industria de Ucrania Oriental -que temen sea arrasada por un acuerdo de apertura de fronteras con la Unión Europea- está muy integrada).

Los rebeldes tampoco admiten que se los sindique como autores del derribo del avión civil de Malaysian Airlines en que murieron sus 298 tripulantes, ni que estén obstruyendo la investigación internacional, como se desprende del documento que les ofrece amnistiarlos por esos hechos.

Pero ese punto tampoco cuenta con apoyo del parlamento ucraniano, donde tampoco parece que sean aceptables las consideraciones de amnistía para "los participantes en los sucesos en Donetsk y Lugansk" y la admisión de unidades locales de "policía popular", cuyas filas estarán integrados por voluntarios.

Según los expertos, no está ni mucho menos garantizado que el proyecto de ley reciba el apoyo mayoritario de los diputados, muchos de los cuales están descontentos con las concesiones ante Moscú realizadas últimamente por el presidente.

Poroshenko sorprendió a muchos al aceptar el pasado viernes el aplazamiento hasta 2016 del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea atendiendo una petición de Rusia, que amenazaba con desatar una guerra comercial.

Mientras tanto, en el oeste de Ucrania comenzaron hoy las polémicas maniobras militares conjuntas ucraniano-estadounidenses Rapid Trident, en las que participan unos 1.200 soldados de quince países, pero que no incluyen el uso de fuego real.

Las operaciones comenzaron esta mañana en Yavoriv, cerca de la ciudad occidental de Lviv, bastión del actual gobierno ucraniano.

El coronel ucraniano Alexander Sivak, entrevistado por esa agencia, justificó las maniobras haciendo notar que su país tiene enfrente a un "agresor" como Rusia que cuenta con "uno de los Ejércitos más poderosos del mundo y con armas atómicas".

En el ejercicio, que continuará hasta el 26 de setiembre, sin embargo, las tropas terrestres ucranianas se entrenarán en acciones típicas de contrainsurgencia interna, como la desactivación de bombas de fabricación casera y la organización de patrullas.

Por su parte, Moscú ve la presencia de los aproximadamente 1.200 soldados de 15 países como una provocación en vista del conflicto en el este de Ucrania. La zona de las maniobras está a unos 1.200 kilómetros de la región donde sigue habiendo combates entre el Ejército y los separatistas prorrusos pese a la vigencia de una tregua.

Además de España, participan fuerzas de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Rumanía, Polonia, Noruega, Lituania, Letonia, Canadá, Bulgaria, así como de Azerbaiyán, Moldavia, Georgia y la propia Ucrania, y representantes de la OTAN, informó el comando norteamericano en la ciudad alemana de Stuttgart.