Según investigaciones de "The Guardian" el ejército ruso está utilizando bombas de racimo, las cuales están ampliamente prohibidas en todo el mundo, en las cuales han matado cientos de civiles en la región de Kiev. 

Las bombas de racimo están diseñadas para lanzar docenas de bombas más pequeñas, llamadas submuniciones, sobre un área amplia, pero las municiones más pequeñas no siempre explotan, lo que representa un riesgo futuro para los civiles. Las bombas fueron prohibidas por el derecho internacional en el tratado llamado Convención sobre Municiones en Racimo en el 2008, que ha sido firmado por más de 100 países, aunque no por Rusia o Ucrania.