El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se pronunció públicamente y convocó al entendimiento después de tres días de protestas por el asesinato de Michael Brown, un joven afroamericano de dieciocho años en el condado de Ferguson, en el estado de Missouri, mientras continúa la tensión ante la negativa policial de revelar tanto la identidad del agente que lo baleó, como los resultados de la autopsia.

La gravedad del caso, que investigan por separado el FBI y las autoridades locales, llevó a que ayer el presidente estadounidense, Barack Obama, se pronuncie públicamente sobre lo ocurrido. Obama dijo que “los eventos de los últimos días dieron lugar a fuertes pasiones”, pero convocó a todos en Ferguson y en todo el país a recordar “a este joven a través de la reflexión y el entendimiento”.

Las protestas de ayer fueron más tranquilas que en las jornadas anteriores y se organizaron en torno a dos palabras y un gesto: “No dispares” y los brazos en alto, la posición en la que según la familia y algunos testigos estaba Brown antes de que le disparara el agente. Los padres del joven pidieron a los manifestantes a través de los medios de comunicación que lleven a cabo la protesta de manera pacífica, porque así lo querría su hijo, un joven al que describen como tranquilo. “Violencia no, sólo justicia”, dijo a los periodistas la madre de Brown, Lesley McSpadden.

Sin embargo, la policí­a local pidió a las autoridades federales que emitieran una orden de restricción de vuelo sobre la localidad porque algunos de sus helicópteros fueron atacados, de manera que ahora sólo los servicios de emergencia pueden sobrevolar Ferguson por debajo de los 3.000 pies.

El jefe de la policí­a local, Thomas Jackson, al anunciar que finalmente el organismo decidió no hacer pública la identidad del agente que mató a Brown argumentó que: “El riesgo de que el agente o su familia sufran algún daño sobrepasa el valor de revelar su nombre”. Este anuncio y la falta de información sobre la autopsia alimentaron la desconfianza entre los manifestantes -la mayoría afroamericanos- que desde el domingo por la noche protestan en Ferguson por la muerte de Michael Brown.

Más de 40 personas fueron detenidas en los tres días de disturbios y saqueos, con uso de gases lacrimógenos por parte de la policía y restricciones de vuelo sobre la localidad. Brown murió el sábado tras recibir varios disparos de un agente en circunstancias aún no esclarecidas.

Por su parte, la policía sostiene que, aunque iba desarmado, agredió al agente, pero su familia y algunos testigos niegan esa versión y lo describen como un joven pacífico y tranquilo. La violencia en las calles de Ferguson es intermitente y descendió anoche, pero la tensión en la ciudad y el debate nacional sobre este suceso crecen cada día con el eco de fondo del caso de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano que murió a manos de un vigilante que le disparó en el estado de Florida, en 2012.

La familia de Brown eligió al abogado Benjamin Crump, el mismo que representó a la familia de Martin, que criticó de inmediato la decisión de la policía de no revelar el nombre del agente que mató al adolescente. La muerte del joven, que tenía 18 años e iba a comenzar la universidad, sacudió una localidad de 21.000 habitantes cercana a San Luis, que en cuatro décadas vio como la otrora minoría afroamericana pasó a representar dos tercios de los residentes mientras que los blancos continúan ocupando los puestos de decisión política y siendo mayoría en la policía.

Los disturbios comenzaron el domingo a la noche cuando una vigilia en honor de Brown se convirtió en una protesta violenta de centenares de personas, en la que incluso hubo saqueos. El fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, consideró el lunes en un comunicado que la muerte del joven “merece una exhaustiva revisión” por parte de investigadores federales. “Llevar a cabo este tipo de investigaciones es clave para preservar la confianza entre los agentes de seguridad y las comunidades a las que sirven”, indicó.