Un martirio que se extendió 2.000 años después de la muerte. Los restos de los cinco gladiadores romanos fueron descubiertos en una antigua tumba, ubicada a metros de un anfiteatro en el que gladiadores luchaban por su vida contra leones y otros animales temibles.

A pesar de que fueron enterrados entre los siglos I y II (D.C.), aún estaban encadenados y tenían grilletes alrededor del cuello, de las manos y de los pies. Los arqueólogos llegaron a la conclusión de que cuatro eran adultos y uno era un niño.