Los norteamericanos durante su invasión a Afganistán, buscaron crear un ejército afgano que pudiese controlar el país cuando ellos se retirasen. Pero lo que debilitó a ese ejército fue la corrupción de los propios afganos.

La forma en la que se hacía la contabilidad era preguntarles a los jefes de las regiones cuántos soldados tenían y, con base en eso, calcular los gastos y los salarios, y esos datos siempre estaban inflados, para "quedarse con el vuelto en dólares".