La conservadora Liz Truss se convirtió este martes en la nueva primera ministra de Reino Unido, luego de recibir el encargo formal por parte de la Reina Isabel II en el castillo de Balmoral, en Escocia. Sin embargo, la situación no se ve sencilla para la sucesora de Boris Johnson. 

Actualmente, el país atraviesa una crisis económica y energética que ha traído un gran descontento en la población británica. Debido al alza de los precios en la energía, la inflación se ha disparado, y se estima que pueda llegar al 13% para fin de año. Esto se suma a la crisis política que el país arrastra desde hace años, y a la desconfianza por parte de los británicos frente a la nueva primera ministra. 

Recesión económica a la vista

A pesar del positivismo de Truss, asegurando que “juntos podremos capear la tormenta”, reducir la inflación y abordar el aumento del costo de vida en los hogares británicos, será difícil desde el punto de vista financiero y político. 

No solamente la crisis del Covid y la guerra contra Ucrania han llevado a la inestabilidad económica del Reino Unido, las bajas tasas de interés y la flexibilización cuantitativa por parte de los bancos también han contribuido a un mayor valor de los activos y un mayor gasto dentro los hogares desde la crisis financiera del 2008. 

Para hallar una solución, el Banco de Inglaterra tendría que subir aún más la tasa de interés, lo que reduciría la actividad económica e impactaría en el empleo. En este caso, se entraría en un periodo de recesión económica, que ya se prevee para el 2023, que afectaría a las clases bajas y medias que dependen de sus trabajos para obtener ingresos. 

De igual manera, después de años de austeridad fiscal, los servicios públicos luchan cada vez más por sobrevivir, y los pagos de asistencia social están muy por debajo a lo que eran antes. Esto ocasionaría que los efectos de una recesión económica golpeen aún más fuerte a las clases medias y bajas del país.