Para los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona redescubrió el mar. Reforzó su frente de playa con miles de toneladas de arena, y ahora el área está repleta de turistas y llena de chiringuitos. La playa de Barcelona puede ser en parte artificial, pero es un gran negocio.

Sin embargo, tal como van las cosas, pronto no habrá ninguna playa. En toda Cataluña, el aumento del nivel del mar y las tormentas de invierno están devorando la costa. Hasta ahora, lo que se arrastra en invierno se repone en primavera con arena dragada del interior de los espigones o de las rías y puertos. Sin embargo, la práctica de “mejorar” las playas de esta manera ahora se considera inútil y dañina para el medio ambiente. Sin ella, poco a poco, las playas de la ciudad podrían volver a ser las franjas de grava que eran hace apenas 30 años.

El culpable es la erosión.De los 700.000 metros cúbicos de arena enviados por el gobierno español a la costa de la provincia de Barcelona en 2010, el 70% ha desaparecido desde entonces. Las nueve playas de la ciudad de Barcelona han estado perdiendo unos 30.000 metros cúbicos de arena al año, según Patricia Giménez, de la autoridad municipal de aguas, responsable de las playas del área metropolitana de Barcelona.

La erosión se está acelerando como resultado de la crisis climática. La playa de Bogatell, en el extremo norte de la ciudad, ha pasado de 36.000 metros cúbicos en 2010 a 15.000 metros cúbicos en la actualidad. En conjunto, las playas de Cataluña han perdido un 25% de su arena desde 2015.

Giménez dice que la evidencia fotográfica sugiere que no hubo playas hasta que se instaló el primer rompeolas cerca del puerto a mediados del siglo XVIII, creando las playas de la Barceloneta y Sant Sebastià. Luego vinieron los Juegos de 1992, con la nueva playa “mejorada” que ayudó a transformar Barcelona en una capital turística.

La ciudad ahora ha establecido un grupo de expertos para estudiar el futuro de las playas. Dice Giménez: “Es importante tener en cuenta que las playas no solo sirven para proteger la costa, sino que tienen un valor social para los barceloneses, que las utilizan para nadar, hacer deporte, meditar o lo que sea.

“El grupo llegó a la conclusión de que, hasta que encontremos una solución óptima, necesitamos más arena para tener tiempo de desarrollar otras soluciones”.

La ciudad todavía está esperando que el gobierno español acepte pagar un tramo adicional de arena. Pero con la temporada turística ya en pleno apogeo, es poco probable que haya algún cambio antes del otoño.

El gobierno catalán se opone a tirar más arena, lo que describe como una pérdida de dinero. Mireia Boya, responsable de acción climática del gobierno regional, propone en cambio medidas que trabajen con la naturaleza, como la recuperación de dunas.

“La dinámica natural provocará la pérdida de arena en muchos lugares”, dice Boya. “El nivel del mar subirá y tendremos playas más estrechas. Algunas playas más pequeñas adquirirán más arena y otras desaparecerán”.

Cuando el temporal Gloria azotó la costa este de España en enero de 2020, se perdieron 157.100 metros cúbicos de arena, de los que se ha recuperado menos de la mitad. Desde entonces, el gobierno central ha gastado 5,3 millones de euros en reforzar las defensas costeras de Cataluña, pero el dinero se gastó principalmente en rompeolas y diques, no en arena.

“Esta situación se ha producido porque las playas son en gran parte artificiales, por la urbanización del litoral catalán, que es el más desarrollado de España , la subida del nivel del mar y la destrucción de los médanos”, afirma Marta Martín-Borregón, portavoz de Greenpeace en océanos

“Además, los puertos y espigones afectan las corrientes, que ya no traen sedimentos a las playas, que es lo que harían de forma natural”.

Un informe del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) afirma que la ampliación del puerto deportivo de El Masnou en el Maresme ha bloqueado el flujo de entre 50.000 y 100.000 metros cúbicos de sedimentos al año, contribuyendo a la erosión de la playa de Montgat. ocho millas al norte de Barcelona, ​​que se ha reducido en un 80%.

Mientras tanto, a unos 60 kilómetros al sur en Altafulla, en la provincia de Tarragona, han intentado sin éxito crear dunas de arena como medio de conservación.

“Para crear dunas se necesita más arena y solo hay una parte de la playa donde podemos hacerlo y no ha funcionado”, dijo Marisa Méndez-Vigo, teniente de alcalde de Altafulla.

Ante la falta de apoyo del gobierno, el ayuntamiento ha reservado 50.000 euros para comprar arena, pero Méndez-Vigo dice que, a 8 o 10 euros el metro cúbico, esto es poco más que un recurso provisional.

El AMB estima que las playas de la gran Barcelona generan unos ingresos turísticos de unos 60 millones de euros. La ciudad tiene otros muchos encantos pero para pequeños pueblos costeros como Altafulla, la playa es su principal atractivo y sin ella entrarán en un rápido declive.

“Altafulla sobrevive del turismo y de segundas residencias de gente que quiere estar cerca de la playa”, dice Méndez-Vigo. “Sin playa, la economía se verá muy afectada y desaparecerán muchos puestos de trabajo. Todos somos conscientes de que rellenar las playas con arena no es una solución a largo plazo, ni siquiera para el turismo. Necesitamos encontrar formas de retener el aumento natural de arena que vemos en enero para que no desaparezca en la primera tormenta. Pero hasta que tengamos estas soluciones duraderas y respetuosas con el medio ambiente, necesitaremos más arena”.