Los sondeos venían alertando en los últimos meses de un descenso en la popularidad de Biden, que a inicios de noviembre alcanzó un nivel de desaprobación del 51%.

El triunfo contra pronóstico del republicano Glenn Youngkin en Virginia, un estado en el que Biden se impuso claramente en las presidenciales de hace un año, y el desgaste del demócrata Murphy en Nueva Jersey han confirmado la tendencia.

Según Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en América del Norte, "la política en Estados Unidos está siguiendo un patrón familiar".

"Un nuevo presidente es elegido y, tras una ola temprana de popularidad, sus intentos de avanzar su agenda política topan con viento en contra. El partido que ha perdido el poder, aguijoneado por su derrota reciente y enojado por las acciones de gobierno del rival, recupera la unidad en la oposición, mientras que el partido en el poder sufre por las divisiones internas".

Ya sucedió con los presidentes Bill Clinton, Barack Obama, y el propio Trump, así como en el segundo mandato de George W. Bush.

Biden está sufriendo ahora las consecuencias de esa división y paga el precio de la falta de acuerdo de los demócratas en el Congreso para aprobar sus propuestas estrellas: varios paquetes de gasto en servicios sociales, lucha contra el cambio climático e infraestructuras valorados en billones de dólares.

Mientras los congresistas demócratas más radicales lo consideran insuficiente, otros más moderados lo rechazan por excesivo, y en ese tira y afloja la iniciativa lleva meses estancada.

A esto se suma el recuerdo de la caótica retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en agosto. Las encuestas mostraron que la opinión pública suspendió la gestión que el gobierno de Biden hizo de la retirada.

Los republicanos

Diez meses después de que seguidores de Trump asaltaran el Capitolio de Washington DC para impedir la proclamación de Biden y el escándalo que siguió, los republicanos han recuperado el favor del electorado.

Trump, que no ha dejado de insistir sin pruebas en que la elección de Biden fue "un robo" y se ha mantenido en la arena política, coquetea con la idea de volver a lanzarse a la carrera presidencial en 2024.

Pocos en el Partido Republicano se han atrevido a romper abiertamente con el expresidente, quizá por temor a contrariar a sus votantes.

Sin embargo, aunque los candidatos republicanos han repetido algunos de los mensajes de Trump, como su denuncia de una "crisis migratoria" en la frontera con México o su rechazo a las normas que obligan a usar máscaras para contener la propagación de la covid-19, algunos han empezado a tomar distancia.

Youngkin evitó aparecer con Trump en su exitosa campaña para convertirse en gobernador de Virginia y se centró en criticar la gestión de Biden, con especial énfasis en los problemas de una economía que muestra un crecimiento más débil y una inflación mayor de lo esperado, y en la defensa del derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos.

Sin el expresidente como un actor principal en la campaña, los demócratas han tenido más difícil movilizar a muchos votantes que, por encima de todo, rechazaban al polémico magnate neoyorquino.

La periodista de la BBC Tara McKelvey asegura que "Youngkin se basó en un programa de ley y orden, y se opuso a las mascarillas obligatorias, haciéndose eco de los mensajes que usa Trump, pero se mantuvo a distancia de él. Apeló a los votantes a los que les gusta la postura de Trump, pero se sienten incómodos con su figura".

McKelvey cree que esto podría convertirse en una receta repetida por otros candidatos republicanos. "Probablemente, su victoria servirá de guía a otros conservadores en la campaña de las elecciones de medio mandato".

Será "el guion de Trump sin Trump".