A medida que las bombas rusas golpean cada rincón de Ucrania y sus soldados ingresan al “corazón” ucraniano, la pregunta que sigue dando vuelta en la cabeza de gran parte del mundo es: ¿Por qué Rusia invadió a Ucrania y qué resultado espera?

Sin embargo, el presidente ruso Vladimir Putin comunicó varias veces sus intenciones, anunciando una “operación militar especial” cuyo “objetivo es proteger a las personas que han sido abusadas por el genocidio del régimen de Kiev durante ocho años”. En última instancia: “Lucharemos por la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania, así como por llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos crímenes sangrientos contra civiles”.

A primera vista, esto suena separado de la realidad. No hay genocidio en curso en Ucrania. Si bien hay milicias fascistas alineadas con el gobierno en Ucrania, cuya influencia ha aumentado desde el levantamiento prooccidental de Euromaidán en 2013, el propio gobierno ucraniano ni siquiera se acerca a un régimen nazi. Es más el presidente del país, Volodymyr Zelensky, es judío y suele hablar con orgullo de cómo su abuelo judío luchó contra el ejército de Hitler.

Más allá de todo, el tema sigue siendo muy delicado, rechazado por los políticos y la prensa. Nadie quiere alimentar la maquinaria de propaganda rusa que a menudo enfatiza, y en ocasiones exagera, el papel de estos grupos en la política ucraniana.

Uno de los movimientos más destacados en este conflicto es el llamado Batallón Azov, un grupo neonazi que en 2014 combatió la invasión rusa de Crimea en la ciudad de Mariúpol.

El grupo ha estado luchando contra los separatistas rusos en la región desde entonces y ha jugado un papel importante en la resistencia ucraniana.

La semana pasada, el Batallón Azov (llamado así por el mar de Azov, ubicado al sureste de Ucrania y al norte del mar Negro), se atribuyó la muerte de un general ruso, Oleg Mityaev. El batallón es una unidad de la Guardia Nacional de Ucrania, la policía militar del país.

En la práctica, el grupo se ha convertido en los últimos años en una milicia de guerra cuyo mayor enemigo son los rusos.

El Azov es criticado por mostrar símbolos nazis, como el Wolfsangel, utilizado por la 2ª División SS Das Reich, y el Sol Negro.

También hay otros grupos considerados de extrema derecha por los expertos, como el Partido Svoboda, el C-14 y el Pravyi Sektor (Sector Derecha), que han creado sus propias milicias armadas, muchas de las cuales se han sumado a las fuerzas regulares ucranianas.

En los últimos años, antes del presente conflicto en Ucrania, los medios ha informado sobre cómo estos grupos han tomado un papel cada vez más importante en la vida cotidiana de los ucranianos, aprovechando los vacíos de poder dejados por otras instituciones, como la policía.

Por ahora, los grupos de extrema derecha se movilizan contra la invasión rusa, pero juegan un papel pequeño en la política ucraniana y no hay vínculos comprobados entre ellos y el presidente Zelensky.

Pero en el pasado reciente ha habido preocupaciones sobre los vínculos entre los milicianos de extrema derecha y el que fuera ministro del Interior, Arsen Avakov.

En 2017, Avakov nombró a un notorio líder del Batallón Azov, Vadym Troyan, para el puesto de viceministro. Troyan fue despedido en 2019 y Avakov renunció al ministerio el año pasado.

La supuesta influencia de los neonazis en el gobierno ucraniano es uno de los puntos cruciales señalados por Putin para justificar su invasión.

En el pasado reciente, durante la revolución de 2014, el Batallón Azov apoyó el derrocamiento del presidente ucraniano Viktor Yanukovych, aliado de Putin.

Si bien hay influencia de extrema derecha en la política ucraniana, sigue siendo una pequeña minoría en el país: durante las elecciones de 2019, los candidatos y grupos de extrema derecha como Svoboda cayeron muy por debajo del 5% mínimo requerido para ingresar al parlamento.

Todo lo que argumenta Putin en cuanto a la invasión , se le puede volver en contra. Algunos analistas sugieren que la invasión de Ucrania puede incluso estar beneficiando a grupos de extrema derecha dentro y fuera de ese país, que se están fortaleciendo reclutando combatientes.

"El conflicto claramente ha creado una oportunidad para que los extremistas recluten supremacistas blancos extranjeros que buscan entrenamiento y redes, o buscan aumentar su participación en la causa de otras maneras", dice la investigadora Cynthia Miller-Idriss, directora del Laboratorio de Innovación para la Investigación de la Polarización y el Extremismo (PERIL, por sus siglas en inglés), de la American University, EE.UU.

A pesar de las acusaciones, el gobierno ruso  ha sido constantemente acusado en países occidentales de fomentar grupos neonazis y de extrema derecha. l investigador Robert Horvath, de la Universidad La Trobe de Melbourne, Australia, asegura que mientras Putin habla de "desnazificar Ucrania", el presidente ruso "cultiva sus propios nazis".

En un artículo reciente en The Conversation, el investigador dice que el Kremlin tiene vínculos con Russkii Obraz, un grupo neonazi que ha acudido a frecuentes debates televisados en medios altamente controlados por el gobierno.

En los últimos años, el gobierno de Putin se ha distanciado del grupo, pero algunos de sus miembros siguen siendo influyentes en la vida política del país.

Para Alexander Verkhovsky, director del Centro SOVA, una consultora independiente en Moscú, Putin busca mantener un "monopolio" del nacionalismo en el país y por eso no tolera muchos movimientos políticos independientes de extrema derecha, incluso cuando también apoyan el nacionalismo ruso.