La estrella musical R Kelly llegó a vender más de 70 millones de discos en todo el mundo, ganar un premio Grammy y fue una poderosa figura pública en los años noventa. Sin embargo, lamentablemente usó su riqueza para silenciar a mujeres jóvenes de todo tipo de delitos sexuales. 

El músico norteamericano fue acusado por la Fiscalía del Distrito Este de Nueva York de delitos de crimen organizado, coacción y transporte de mujeres y niñas para realizar actividades sexuales ilegales en Estados Unidos durante dos décadas, cargos similares a los que afronta en Chicago, donde estuvo preso desde 2019 hasta junio pasado.

El ganador del premio Grammy filmaba a las mujeres teniendo sexo para poder controlarlas, amenazarlas y que obedezcan sus órdenes.

Este no es el primer juicio que el artista enfrenta relacionado a abusos sexuales. Hace 13 años fue absuelto tras ser acusado de tener en su posesión pornografía infantil. Además, su matrimonio con la estrella del R&B Aaliyah, en 1994, cuando ella tenía solo 15 años, causó controversia y fue declarado ilegal.

A pesar de las reiteradas acusaciones de relaciones inapropiadas con menores, sus discos y entradas a conciertos siguieron vendiéndose durante largo tiempo. Incluso después de que fue arrestado en 2002, acusado de grabarse a sí mismo en un video mientras abusaba sexualmente y orinaba sobre una chica de 14 años, muchos artistas siguieron grabando sus canciones.

Estaba claro que los crímenes de Kelly se rumorearon durante décadas, pero fue necesaria la presión implacable de los activistas del #MeToo, los periodistas en campaña y el testimonio de valientes víctimas para que una persona de su fama pague por sus delitos.

Ahora, el artista, que podría pasar el resto de su vida en prisión, fue sentenciado en un proceso que duró alrededor de seis semanas y en el que se escucharon lapidarios testimonios de muchas de sus víctimas. Será formalmente sentenciado el 4 de mayo de 2022, en donde podrá recibir una condena que lo lleve a pasar décadas tras las rejas.