Editorial de El País

La declaración de independencia aprobada por el pleno del Parlament catalán ha desencadenado la crisis constitucional más grave que ha enfrentado la democracia española en sus cuarenta años de existencia. La capacidad desestabilizadora de la actual situación supera a la que supuso el golpe de estado de 1981 o el terrorismo. La amenaza que esa declaración de independencia proyecta sobre nuestra democracia no se origina en la sinrazón de unos pocos exaltados, sino en algo de tanta gravedad como que un Gobierno y Parlamento autonómico, además de alzarse contra la Constitución, alienten una insurrección popular y, además, llamen a la comunidad internacional a reconocer su ruptura unilateral.