Setenta años, siete meses y dos días después del 6 de febrero de 1952 cayó el puente de Londres. Era el mensaje clave que debía recibir antes que nadie, fuera de la familia real, la primera ministra británica, Liz Truss: “El puente de Londres ha caído”. Cayó a los 96 años y, por anunciado que fuere, dejó un hondo vacío entre monárquicos y antimonárquicos, respetuosos de la figura de Isabel II, fallecida el 8 de septiembre en el castillo escocés de Balmoral, su residencia de verano, a 1.600 kilómetros de Londres.