Dependiendo de los ánimos y las circunstancias que se creen, no hay razón para no mantener conversaciones del más alto nivel", se explayó al respecto Kim.

Esta es la primera vez que Kim habla de celebrar un encuentro entre los líderes de las dos Coreas, las cuales siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se cerró con un armisticio en vez de un tratado de paz.

En un discurso difundido por la televisón estatal de su país, el mandatario norcoreano insistió en la necesidad de un "gran cambio" en las relaciones Norte-Sur, y dijo que Pyongyang hará "todos los esfuerzos posibles" para mejorar el diálogo y la cooperación con Seúl.

De todas maneras, Kim reiteró el rechazo de Corea del Norte hacia los ejercicios militares conjuntos que las tropas surcoreanas y estadounidenses realizan regularmente al sur del paralelo 38.

No dejó de referirse en su discurso, aunque sin aludir al caso del ciberataque a Sony Pictures del que Washington acusa a Pyongyang, a que Estados Unidos, principal aliado de Corea del Sur, cese su política "anacrónica y hostil" contra Corea del Norte.

Insistió Kim en que su gobierno continuará con su programa de crecimiento económico en combinación con el de desarrollo de armas nucleares, algo que Washington, Seúl o Tokio consideran inaceptable si Pyongyang quiere volver a negociar la recepción de ayuda externa.

No pasó mucho tiempo para que el gobierno surcoreano reaccionara, y lo hizo a través del ministro de Unificación Ryoo Kihl-jae, quién puntualizó que "el Gobierno considera significativo que Kim mostrara una actitud positiva hacia el diálogo Sur-Norte en su discurso de Año Nuevo".

Ryoo recalcó que Seúl y Pyongyang necesitan llevar a cabo encuentros "francos y sustanciales" para acercar posturas encontradas, indicó la agencia de noticias EFE.

"Con esa idea en mente, nuestro Gobierno tiene esperanza en el diálogo entre autoridades surcoreanas y norcoreanas en el futuro sin poner límites concretos en cuanto al formato de dichos encuentros", destacó el funcionario.

Ayer, también en un mensaje de fin de año, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye, había abogado por "abrir el camino" hacia la reunificación coreana, y recordó su compromiso de fijar en 2015 "las bases sustanciales y específicas" para poner fin a "siete décadas de división".

Park lanzó este mensaje dos días después de que Corea del Sur propusiera a Corea del Norte la celebración en enero de reuniones a nivel ministerial para abordar cuestiones bilaterales pendientes como el reencuentro de familias separadas por la Guerra de Corea (1950-1953).

Un comité para la reunificación del Gobierno del Sur ya propuso esta misma semana un encuentro entre ministros de las dos Coreas en el presente mes de enero para acercar posturas en temas como las reuniones de familias separadas por la Guerra de Corea.

En ese marco Seúl pretende, como condición previa para levantar sanciones a Corea del Norte, que Pyongyang reconozca a su vez que provocó el hundimiento de una corbeta surcoreana, en 2010, que costó la vida a 46 soldados.

Paralelamente, Corea del Norte considera inaceptable que Seúl permita continuamente a activistas surcoreanos enviar a su territorio globos cargados con panfletos en contra su gobierno, algo que las autoridades vecinas consideran parte de la libertad de expresión.

La última vez que ambas Coreas celebraron conversaciones ministeriales fue en mayo de 2007, en Seúl, aunque sostuvieron conversaciones de alto nivel en febrero de 2014, en las que acordaron celebrar la reunión ministerial a finales de octubre o comienzos de noviembre.

Corea del Norte se retractó posteriormente, por el malestar que le generó el lanzamiento desde la frontera de panfletos de propaganda anti norcoreana por parte de grupos civiles surcoreanos.

En los últimos meses, la presidenta Park ha realizado discursos para promover la unificación, que ha definido como una "bonanza" para Corea del Sur y una bendición para los países vecinos.