Los chileanos acuden hoy a las urnas para aprobar o rechazar la que ha sido descrita como la constitución más progresista del mundo, que reemplazaría al documento de 1980 redactado durante la dictadura del general Augusto Pinochet.

El referéndum marca la culminación de tres años tumultuosos de protestas y agitación política, en los que una protesta por los precios del metro se convirtió en un amplio levantamiento contra las desigualdades profundamente arraigadas y una clase política desconectada.

Muchos esperan que la nueva constitución lleve al país hacia un futuro más justo, pero el documento ha sido criticado por su verbosidad y falta de precisión, y las encuestas sugieren que podría tener dificultades para aprobarse.

Las campañas cerraron el jueves por la noche después de semanas de frenética defensa.

Cientos de miles de personas se reunieron en el centro de Santiago para ver a políticos, figuras públicas y músicos defender la aprobación de la propuesta.

Cerca de allí, una pequeña multitud de varios cientos de personas que blandía la bandera chilena se reunió para el mitin de clausura de la campaña Rechazar.

Las encuestas han mostrado consistentemente que los chilenos votarán para rechazar la constitución, aunque la campaña a favor de la propuesta ha cobrado impulso a medida que se acerca la votación.