Una nueva huelga de transporte público paralizó este lunes Atenas y generó un verdadero caos vehicular por la cantidad de autos particulares que pugnaron por ingresar al centro de la capital griega, pese a lo cual las autoridades griegas y europeas estudian cómo profundizar el ajuste. Los trabajadores protestan por la reducción de sueldos y los despidos anunciados por el gobierno en el marco del furioso ajuste impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Grecia se comprometió a reducir en un 30% la nómina de trabajadores del sector público en los próximos dos años, lo que significa que cientos de miles quedarán en la calle o serán jubilados anticipadamente. Asimismo, se le exige al gobierno griego impulsar un ajuste en el sector de trabajadores privados y acelerar las privatizaciones.

Paralelamente, la comisión de supervisores internacionales -conocida como la "troika" e integrada por la Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI- finalizó hoy sus negociaciones con el Gobierno griego y ahora deberá elaborar su informe sobre el cumplimiento de las medidas de ajuste por parte de Grecia.

"La situación es peligrosa e insegura", reveló hoy en la comisión parlamentaria de Finanzas el ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, tras reunirse con los miembros de la "troika".