La guerra más allá todas las discusiones políticas que pueda generar entre diversos países por si una causa es o no justa, tiene un costo: para los soldados que la combaten y para los civiles que la soportan. Para los Estados un territorio se puede perder o ganar y a veces se recupera y se vuelve a perder. Pero algunas pérdidas son permanentes. Las vidas perdidas nunca se pueden recuperar. Las extremidades tampoco.

Para los soldados heridos mientras defendían su país, su sentido de propósito y creencia en la causa por la que luchaban a veces puede ayudarlos a sobrellevar psicológicamente la amputación. Sin embargo, para algunos civiles, mutilados mientras se dedicaban a sus vidas en una guerra que ya los aterrorizaba, la lucha puede ser mucho más dura.

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Yana mira su teléfono mientras está acostada en la cama de un hospital público en Lviv, al oeste de Ucrania. Ansiosa esperando sus prótesis señala: "Tengo muchas ganas de correr".

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Olena Viter, de 45 años, se somete a una cirugía en un hospital de Kiev. Viter perdió su pierna y a su hijo Iván, de 14 años, cuando llovieron bombas en su aldea Rozvazhiv, en la región de Kiev, el 14 de marzo.

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Viter pinta en su cama mientras se recupera de sus heridas. Su hijo Iván murió en la explosión que le quitó la pierna izquierda. Era un músico en ciernes que tocaba en una pequeña orquesta. Su esposo Volodymyr lo enterró a él y a otro niño muerto en la misma explosión. 

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Los médicos limpian las heridas de Anton Gladun, de 22 años, en el Third City Hospital en Cherkasy, en el centro de Ucrania. Gladun, un médico militar desplegado en el frente en el este de Ucrania, perdió ambas piernas y el brazo izquierdo debido a la explosión de una mina el 27 de marzo.

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Gladun mientras come el alimento disponible en el hospital, está ansioso por ponerse las prótesis y empezar a caminar. Supone que su carrera militar probablemente haya terminado, pero quiere estudiar tecnología de la información. Lo que ayuda, según dice, "es mi comprensión de que, si estuviera triste, lloraría por lo que sucedió, entonces solo sería peor".

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Oksana Balandina, de 23 años, recibe atención médica en un hospital público de Lviv. Oksana perdió ambas piernas y cuatro dedos de su mano izquierda cuando un proyectil explotó cerca de su casa el 27 de marzo. 'Hubo una explosión. Justo después de eso sentí que mis piernas caían al vacío. Estaba tratando de mirar alrededor y vi que ya no había piernas, solo huesos, carne y sangre".

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Nastia Kuzik, de 21 años, hace una mueca de dolor durante una sesión de rehabilitación en un hospital de Kiev. En la mañana del 17 de marzo, fue a la casa de su hermano en Chernihiv; en el camino de regreso, resultó herida en un bombardeo. Perdió la pierna derecha por debajo de la rodilla y se lesionó gravemente la pierna izquierda. Tuvo que ser trasladada a Alemania para recibir tratamiento adicional. 

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Sasha Horokhivskyi, de 38 años, participa en una terapia de espejo para mitigar los dolores en un hospital de Kiev. Horokhivskyi perdió la pierna por encima de la rodilla el 22 de marzo después de que un miembro de la defensa territorial de Ucrania le disparó en la pantorrilla y lo confundió con un espía después de que se detuviera para tomar fotos de edificios bombardeados cerca de su casa.

Fotos: Vidas devastadas en un instante

Natasha Stepanenko, de 43 años, sentada en su cama con su hija Yana en un hospital público de Lviv.