Me di cuenta por primera vez del Reloj del Juicio Final en la escuela a mediados de la década de 1990 cuando un maestro me lo presentó. Le contó a mi clase sobre el gran recorrido de la historia, explicando que si todo lo que había sucedido en nuestro planeta se comprimiera en un solo año, entonces la vida habría surgido a principios de marzo, los organismos multicelulares en noviembre, los dinosaurios a fines de diciembre y los humanos no llegarían a la escena hasta las 23:30 de la víspera de Año Nuevo.