Fue rápido. Ni bien se salió del estupor de los atentados del 11S, el gobierno de George W. Bush culpó a Bin Laden, al grupo terrorista Al Qaeda, a los talibanes afganos por protegerlos y a Saddam Hussein, presidente de Irak.

Como Bin Laden era un individuo y Al Qaeda una organización sin territorio, decidió invadir Afganistán e Irak. El primero venía de años de guerra. Menos de una década antes, había terminado una guerra de 13 años con la Unión Soviética, que la había invadido. Con algo de ayuda norteamericana (básicamente provisión de misiles Stinger tierra-aire) y mucho de coraje y tesón de los señores de la guerra, como se le llamó a los guerreros muyahidines, los rusos volvieron a casa.