Durante uno de los ataques lanzados contra Derna -que declaró su lealtad al EI en 2014- muerieron siete civile, tres de ellas niños.

A su vez, la Fuerza Aérea libia dijo que unos 40 supuestos milicianos yihadistas fallecieron en los bombardeos, informó la televisión estatal egipcia.

El canciller egipcio, Sameh Shouky, defendió los recientes bombardeos del Ejército egipcio contra supuestas posiciones de yihadistas en Libia, considerando que su paí­s tiene "el derecho legí­timo" de vengarse tras el asesinato de cristianos egipcios.

Las acciones militares en territorio libio contra EI "son parte del derecho de Egipto a la autodefensa para proteger a nuestros hijos", sostuvo Shouky.

El canciller egipcio se reunirá mañana con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU para analizar la crisis generada por la presencia de grupos yihadistas en Libia.

El encuentro se celebrará en medio de los llamamientos de Egipto para que el máximo órgano de decisión de las Naciones Unidas apruebe una resolución que dé pie a la intervención de una coalición internacional para frenar a los grupos yihadistas en el país norteafricano.

Antes de la reunión del Consejo mañana, el ministro de Relaciones Exteriores egipcio tiene previsto mantener consultas con los embajadores en la ONU de Arabia Saudía, Jordania, Barhéin y los Emiratos Árabes Unidos.

El presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi, también reclamó hoy que el Consejo de Seguridad de la ONU autorice que se constituya una coalición internacional para intervenir en Libia.

"No hay otra posibilidad, siempre que el pueblo libio y su gobierno estén de acuerdo y nos llamen a actuar", planteó el mandatario.

Al Sisi recordó que cuando Libia se caotizó, después de que islamistas con apoyo occidental derrocaron a Muammar Kaddafi en octubre de 2011, Egipto advirtió el "gran peligro" que presentaba sobre la seguridad y la estabilidad "no solamente para los libios sino también para sus vecinos y los europeos".

La intervención militar extranjera en Libia en 2011, de la que participaron Francia, Reino Unido y Estados Unidos, fue autorizada por la ONU.

Desde la caída de Kaddafi, que gobernó el país norafricano durante 42 años, Libia está dividido con un gobierno rebelde en Trí­poli y otro internacionalmente reconocido en Tubruk, ciudad cercana a la frontera con Egipto.

Los líderes de estos gobiernos luchan por el control de la política y de los recursos naturales -en especial el crudo- apoyados por seguidores del antiguo gobierno de Kaddafi, milicias islamistas y nacionalistas, líderes tribales y señores de la guerra.

La población libia es entonces víctima del caos y la guerra civil mientras que la amenaza de los grupos yihadistas afines al EI crece y se afianza en su territorio.