Hasta hace muy poco tiempo, todo era tabú. La sexualidad femenina ha sido deliberada e incansablemente reprimida durante muchísimos siglos. Para la comunidad científica, y hasta hace unas décadas, simplemente no importaba.

Hasta tal punto que bastantes descubrimientos asombrosos acerca del placer sexual de las mujeres fueron relegados al olvido. Un ejemplo paradigmático fue el descubrimiento a mediados del siglo XX del llamado coreorgasmo a manos de Alfred Kinsey, uno de las figuras prominentes de la revolución sexual. En concreto, Alfred descubrió que alrededor de un 5% de las mujeres alcanzaba el orgasmo a través de ejercicio para fortalecer el core.