Ni bien la OTAN con Estados Unidos a la cabeza anunció su retiro de Afganistán, los talibanes enviaron emisarios para conversar con el gobierno chino. Y las fue bien. Consiguieron consensos, basados en que los chinos no quieren que grupos rebeldes se asienten del lado afgano de la frontera que los une, y los talibanes, por su parte, van a necesitar dinero.