China festeja los treinta años de la decisión de Deng Xiaoping que permitió el “milagro económico” que la ha convertido (este año) en el segundo país más rico del mundo.

En Shenzhen, el presidente recordó la decisión del histórico líder comunista que permitió la libertad de empresa y dio lugar a la extraña alquimia de contrastes que conforman al gigante asiático.

Fue en esa misma ciudad donde Deng hizo el anuncio.

Actualmente, miles de fábricas en Shenzhen producen bienes de exportación que convirtieron a la localidad en una de las de mayor crecimiento a nivel mundial en las últimas tres décadas, hasta merecer el epíteto “la factoría del mundo”.

Hu anticipó que el papel de Shenzhen será “reforzado aún más para servir a los intereses de la nación” con más reformas económicas.
Al respecto anunció que la ciudad será escenario de proyectos piloto y de “la frontera del desarrollo científico”.