Un paro y movilización en el centro de Santiago, realizado por los empleados públicos de Chile abrió un nuevo conflicto al presidente, Sebastián Piñera, complicado también por la huelga de hambre de presos mapuches y las protestas de ecologistas.

La movilización, surgida por el despido de 2.500 empleados de distintos ministerios desde el ascenso de Piñera en marzo, concitó además el apoyo de estudiantes y profesores, también enfrentados con el Gobierno que asumió en medio de la crisis tras el terremoto que devastó regiones del centro y sur del país.

"El paro involucra a todos los funcionarios de los ministerios, a excepción de los que trabajan en la salud", alertó el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, Raúl de la Puente.

"La gravedad de la situación radica en que los despedidos no ocupaban cargos de confianza, sino que se trataba de profesionales y técnicos que no pertenecían a las cúpulas directivas", expresó el gremialista.

El diputado y presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, lamentó que los trabajadores tengan que llegar al paro para que sean escuchados y consideró justa la demostración a la que comprometió el apoyo de su sector.

El legislador hizo un llamado al Gobierno a evitar el uso de la represión como signo de la criminalización de la protesta social.

La crisis de los estatales coincide con una huelga de hambre que realizan presos mapuches, miembros de la principal etnia del país, quienes protestan por ser procesados por una ley antiterrorista que permite juicios dobles.

Los mapuches llevan más de un mes sin comer y el Gobierno evalúa la opción de alimentarlos a la fuerza, tras un fallo de la Justicia en ese sentido.

El conflicto, criticado por Naciones Unidas, tiene como telón de fondo las demandas de autonomía y tierra del mapuche, quienes recibieron 500 mil hectáreas desde 1990, pero reclaman 3 millones.