La situación en Bolivia es crítica, el caos financiero se ve cada vez más reflejado en las calles, donde miles de personas pasan largas horas haciendo filas en los bancos. El Banco Central del país vecino se tambalea mientras los pocos dólares que hay en las arcas se esfuman ante la gran demanda de la gente.

Un dólar es hoy en día lo más codiciado en Bolivia, los bancos están abarrotados de gente en sus puertas, con largas filas para poder comprar la divisa estadounidense, pero sin grandes resultados ante la escasez de la misma. Como variante, muchos apuestan a conseguir euros, como forma de resguardar el poder adquisitivo que disminuye día a día.

La crisis se viene gestando desde hace mucho tiempo. Años de desinversión debilitaron la industria de exportación dominante, el gas natural. La crisis energética actual se remonta a 2006, cuando Evo Morales incrementó el control estatal sobre la industria del gas, y meses después se concrete la estatización de yacimientos de gas y refinerías a cargo de Repsol S.A, Total Energies SE y Petróleo Brasileño S.A.

Inicialmente el plan funcionó bien, con precios internacionales del petróleo y gas que se disparaban y Bolivia gozaba de grandes cantidades de efectivo. En ese periodo la distribución fue prudente, la economía cuadriplicó su tamaño, la pobreza bajo considerablemente, y el número de niños que terminaron la escuela aumentó un 100%.

Pero desde el gobierno boliviano dejaron de destinar parte de los fondos para permitir que el gigante estatal del gas invirtiera en exploración. Las reservas de gas comenzaron a disminuir y por ende también las exportaciones. En su punto máximo, las exportaciones de gas representaron casi la mitad de todas las exportaciones en US$ 6.000 millones.

 Es por eso que el presidente Arce puso manos a la obra y está tratando de revertir la situación con planes de siete pozos de exploración para este año. Su gobierno aprovechó los ajustados mercados mundiales de gas para cobrar precios más altos por sus cada vez más escasas exportaciones.