Cuando los ciudadanos de San Petersburgo acudan a las urnas el domingo 19 de septiembre para renovar el parlamento regional deberán estar muy atentos. Tres boletas tendrán el mismo nombre y fotos de una persona con el mismo aspecto. El problema es que no corresponden al mismo candidato por el Partido Liberal Yabloko, el diputado Boris Vishnevsky, opositor al presidente de Rusia, Vladimir Putin. Corresponden a Vishnevsky, el original, y a dos dobles que se pusieron su nombre, se raparon para parecer calvos y se dejaron crecer la barba encanecida, de modo de confundir a los electores.

Insólito. Vishnevsky, de 65 años, compite consigo mismo por triplicado. Los dos fantasmas aparecieron en las boletas. Uno que antes se llamaba Viktor Bykov, tenía bastante pelo, no usaba bigote y barba ni exhibía credenciales políticas, excepto su adhesión al partido de Putin, pasó a ser Boris Vishnevsky. El otro, antes Alexei Shmelev, también ajeno a la política, era el  director de ventas en una empresa de San Petersburgo. ¿Es legal? Sí, según la Comisión Electoral, pero no deja de ser una engañifa. Eso de cambiar de identidad para restarle votos al candidato original es habitual en la política rusa. Sobre todo, entre los opositores.

La novedad de los impostores es que ahora se convierten en clones. En las fotos, el único que lleva corbata es el candidato auténtico. Vishnevsky comulga con la causa del político opositor Alexei Navalny, encarcelado luego de ser envenenado en Rusia y tratado en un hospital de Alemania. Antes de la metamorfosis, Bykov tenía mucho pelo y parecía más joven, reveló el periódico ruso  Novaya Gazeta. La transformación pudo haber sido facilitada por Photoshop u otro editor de imágenes. Todo vale: hasta el apuro de las autoridades rusas en emitir pasaportes para los residentes de los territorios de Donetsk y Lugansk, anexados a la fuerza, para garantizar su participación en las parlamentarias, como denunció el Servicio de Seguridad de Ucrania.


El partido de Putin, Rusia Unida, se propone mantener a toda costa y sin escrúpulos la mayoría de número en la Duma (asamblea legislativa). La sombra de una oposición creciente, incluido el Partido Comunista (KPRF), inquieta a Putin, más allá de haber promulgado una ley por la cual puede seguir siendo presidente hasta 2036 durante dos mandatos consecutivos de seis años cada uno. No sólo en San Petersburgo, sino también en al menos tres distritos de Moscú se presentan “doppelgänger”. Clones de los candidatos auténticos en la jerga política.

En el caso de Vishnevsky, el asunto pasó a mayores. Los dobles se cambiaron en forma legal sus nombres. Una triquiñuela legal por la cual adquirieron otra identidad para boicotear al candidato. No por amor a la democracia, sino, simplemente, para dejar de piedra a quienes crean que votan por un liberal que enarbola  los derechos humanos, la ecología y la integración en la Unión Europea y terminan haciéndolo por uno de los embusteros de San Petersburgo, fundada en el siglo XVIII por Pedro el Grande, cuyos cuadros, no por nada, dominan las estancias de Putin.

Jorge Elías

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