El operativo, ordenado por la presidenta Dilma Rousseff, abarcaba a unos 1.100 efectivos de las diversas fuerzas, con apoyo de cuatro vehículos terrestres y un helicóptero. Las tropas vigilaban con extremo celo las inmediaciones del hotel Windsor -en Barra da Tijuca, una zona elegante del oeste de Río de Janeiro-, el escenario designado para la licitación.

Asimismo, dos embarcaciones de la Marina tomaron posición frente a los puestos 3 y 4 de la playa, donde este lunes habrá policías controlando la circulación de los bañistas. La presencia de tropas federales fue solicitada por el gobernador del estado Río de Janeiro, Sérgio Cabral, en medio de las protestas violentas que vienen registrándose en varias de las principales ciudades de Brasil -incluida Río- desde junio pasado y que recrudecieron en las últimas semanas.

El ministro de Defensa, Celso Amorim, afirmó que la convocatoria a las fuerzas armadas para garantizar la celebración de la subasta, prevista para mañana a las 14, es una medida “excepcional” contemplada por la Constitución. En cambio, la Federación Unica de Petroleros (FUP) criticó la utilización de militares en el caso porque, sostuvo, la “responsabilidad” de ellos es “asegurar las fronteras y la defensa”, y “no deben tomar parte” en asuntos de seguridad interna.

La FUP, que representa a la mayoría de los trabajadores del sector -incluidos los de la gigantesca Petrobras, de propiedad mixta y control estatal-, dispuso el miércoles pasado una huelga por tiempo indeterminado en rechazo a la licitación del enorme yacimiento Libra. El jueves, al iniciarse el paro, un grupo de líderes sindicales y militantes de organizaciones sociales montó un campamento frente a la sede de Petrobras en Río de Janeiro y anunció que mañana lo trasladaría a las inmediaciones del hotel Windsor.

Un dirigente sindical identificado como Mao Mao afirmó entonces que ya habían contratado cuatro ómnibus para el desplazamiento de mañana y advirtió que los manifestantes estaban “dispuestos a enfrentar hasta la Guardia Nacional de Seguridad” con tal de cumplir su objetivo. “Vamos a luchar hasta el último minuto contra la privatización; el petróleo es nuestro, señora Dilma, y la señora no tiene el derecho de vender algo que nos pertenece a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros nietos”, agregó el sindicalista.

La licitación, para la que están inscriptas nueve empresas -entre ellas, siete de las 11 petroleras con mayor valor de mercado en el mundo-, será la primera que se realizará en Brasil bajo el llamado régimen de división de la producción, que sustituyó al de concesión. El nuevo mecanismo establece que cualquier empresa privada puede imponerse en una subasta aunque, si así ocurre, será obligada a trabajar junto a Petrobras.

Hasta la tarde de ayer sábado se interpusieron 23 recursos judiciales pidiendo la anulación del llamado a licitación y la Abogacía General de la Unión (AGU, procuraduría general de la nación) consiguió anular siete de ellas, mientras las restantes eran analizadas y debían ser resueltas hoy mismo. El yacimiento Libra, en aguas muy profundas del Atlántico, tiene reservas calculadas de hasta 12.000 millones de barriles de crudo, equivalentes a 70 por ciento de las reservas actuales del país.

Ese reservorio forma parte de las gigantescas reservas petroleras descubiertas en 2007, en la zona geológica conocida como “presal”. “Para nosotros, Libra es importante porque va a generar un volumen de inversiones inédito, de 180.000 millones de dólares en 35 años”, afirmó el ministro de Hacienda, Guido Mantega.

“Petrobras tiene condiciones, tiene recursos en caja (para afrontar las inversiones de Libra); eso lo sé porque soy el presidente del Consejo de Administración de la empresa”, aseguró Mantega. El funcionario agregó que Petrobras se unirá a “otros grupos privados” para “explotar ese pozo maravilloso que es uno de los más rentables del mundo”.