El papa Benedicto XVI llegará mañana a México para una visita de Estado de tres días con motivaciones pastorales que observadores vislumbran también políticas, en un país atravesado por la violencia del crimen organizado, en pleno proceso electoral y en el que la Iglesia católica enfrenta la pérdida de sus feligreses.

Benedicto XVI evitará la altura de la capital mexicana por recomendación médica y se moverá en el centro del país, una de las zonas más religiosas de México, entre las ciudades vecinas de León, Silao y Guanajuato, donde mañana será recibido por el presidente Felipe Calderón con mariachis y bailes folclóricos, según reportaron las agencias de noticias DPA y Prensa Latina.

Más de 13.000 militares y policías, francotiradores y perros entrenados custodiarán al Papa en su recorrido, durante el que tendrá dos grandes contactos con la población.

El sábado, después de una reunión privada con Calderón, Benedicto saludará a unos 1.800 chicos en la Plaza de la Paz de Guanajuato, ya que, como señaló el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, el sumo pontífice "quiere empezar su misión hablando a los niños" pero con "un mensaje para todos, también para sacerdotes y la Iglesia".

El acto más representativo será el domingo 25 en Silao, con una misa al aire libre en el Parque Bicentenario, al pie del Cerro del Cubilete, donde hay un enorme monumento a Cristo Rey con los brazos abiertos.

La cifra de asistentes podría rebasar por mucho los 300.000 que tendrán boletos para entrar, hasta llegar a 600.000 o incluso un millón de personas en cerros aledaños, según autoridades de Silao.