El primer ministro de Australia, Scott Morrison, acusó a China de apuntar con un láser a uno de sus aviones de vigilancia, refiriéndose al incidente como un "acto de intimidación".

Morrison le dijo a los medios que su gobierno no había recibido una explicación de China sobre el incidente ocurrido el 17 de febrero, que Australia consideró “peligroso e imprudente”.