Nueva Zelanda está bloqueada, la vida orbita alrededor de la sesión informativa de las 13 horas cuando la directora general de salud, Ashley Bloomfield, frecuentemente junto con la primera ministra Jacinda Ardern , sube al escenario detrás de un podio socialmente distanciado y actualiza el país.

En medio de un brote de Covid, esas reuniones informativas ocurren casi todos los días de la semana. Son tan regulares como un reloj, tan predecibles en su estructura esencial. “Se convirtió en una especie de fenómeno cultural”, dice la experta en comunicación científica Rebecca Priestley, del Centro para la Ciencia en la Sociedad de la Universidad de Victoria. "Obtuvimos información directamente del primer ministro y del director general de salud y otros representantes de una manera bastante inusual", dice el periódico The Guardian.

Durante el año pasado, esos informes se convirtieron en un tema de estudio para los investigadores que examinan cómo la comunicación política puede alimentar la confianza y movilizar a las poblaciones. Son, dicen los investigadores, solo parte de la respuesta a por qué los niveles de confianza en Nueva Zelanda se han mantenido altos, incluso cuando en algunos países la confianza en los gobiernos y otras instituciones se ha desplomado.

Este mes, el gobierno ha tenido que apoyarse nuevamente en esa confianza. Después de descubrir un caso de Covid-19 en la comunidad el 17 de agosto, el país entró en un bloqueo a nivel nacional , con algunas de las restricciones más estrictas del mundo. Hasta hoy, había registrado 562 casos. Es el primer brote importante de Nueva Zelanda en más de un año y está en camino de convertirse en el más grande. El viernes, Ardern dijo que es probable que Auckland, la ciudad más grande del país, permanezca en el nivel 4 de bloqueo durante al menos dos semanas más.

Y, sin embargo, por restrictivo que sea, los neozelandeses respaldan abrumadoramente el enfoque del gobierno. Encuestas recientes encontraron que el cierre contó con el apoyo del 84% de la población. La aceptación de la eliminación por parte de Nueva Zelanda molestó a algunos comentaristas extranjeros, que acusaron al gobierno del país de "cuidar a su población para que la aisle y la aquiete".

Pero los expertos dicen que la confianza y el capital social podrían resultar cruciales para los países que salen de la pandemia, además de aumentar sus posibilidades de resolver una miríada de otros problemas sociales.