Hace tiempo que el Presidente de Argentina Alberto Fernández busca posicionar a la Argentina como una referente regional en el combate contra el calentamiento global y la protección del medioambiente.

Sin embargo, la filtración de documentos que pudo acceder la BBC revela que el país junto Arabia Saudita, Japón, Australia y Brasil se encuentran entre los países que piden a la ONU que minimice la necesidad de dejar de usar rápidamente de los combustibles fósiles.

Hace unos días el canciller Santiago Cafiero informó que la Argentina ampliará el compromiso asumido para reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y así colaborar en el objetivo de limitar hacia 2030 la suba de la temperatura media global a no más de 2 grados centígrados respecto de la época preindustrial.

"Los problemas de nuestra casa común nos comprometen a todos, y en esta línea, en la próxima Conferencia de las Partes en Glasgow formalizaremos un incremento del 2% de nuestra Contribución Nacionalmente Determinada", declaró Cafiero, en referencia a la más famosa sigla "NCD", proveniente del inglés. "Esto es un compromiso superior en el 27,7% al presentado en 2016", agregó el flamante ministro de Relaciones Exteriores.

Contrario a las declaraciones reciente del canciller argentino, la filtración muestra que los países difieren de las recomendaciones de la ONU, pocos días antes de que se les pida que asuman compromisos significativos para frenar el cambio climático y mantener el calentamiento global en 1,5 grados.

Además se muestra que algunas naciones ricas están cuestionando pagar más a los estados más pobres para ayudarlos a adoptar el uso de tecnologías de energías más limpias.

Los documentos filtrados consisten en más de 32.000 presentaciones escritas realizadas por gobiernos, empresas y otras partes interesadas al equipo de científicos que compila el informe de la ONU diseñado para reunir la mejor evidencia científica sobre cómo abordar el cambio climático.

Estos "informes de evaluación" son elaborados cada seis o siete años por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el organismo de la ONU encargado de evaluar la ciencia del cambio climático.

Los gobiernos utilizarán el informe para decidir qué acciones se necesitan para abordar el cambio climático y será un documento crucial para las negociaciones en la conferencia de Glasgow.

La autoridad de estos informes se deriva en parte del hecho de que prácticamente todos los gobiernos del mundo participan en el proceso para elaborarlos y llegar a un consenso.

Varios países argumentan a favor de tecnologías emergentes -que actualmente son costosas- diseñadas para capturar y almacenar el dióxido de carbono permanentemente de forma subterránea.

Arabia Saudita, China, Australia y Japón, todos grandes productores o usuarios de combustibles fósiles, así como la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), apoyan la captura y almacenamiento de carbono (CAC).

Se afirma que estas tecnologías CAC podrían reducir drásticamente las emisiones de combustibles fósiles de las centrales eléctricas y de algunos sectores industriales.

Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, solicita a los científicos de la ONU que eliminen su conclusión de que "el enfoque de los esfuerzos de descarbonización en el sector de los sistemas energéticos debe estar en cambiar rápidamente a fuentes de cero carbono y en eliminar activamente los combustibles fósiles".

Argentina, Noruega y la OPEP también están en desacuerdo con la declaración. Noruega argumenta que los científicos de la ONU deberían contemplar la posibilidad de la CAC como una herramienta potencial para reducir las emisiones de combustibles fósiles.

Brasil y Argentina, dos de los mayores productores de productos de carne y cultivos de alimentos para animales en el mundo, argumentan firmemente en contra de la evidencia en el borrador del informe de que es necesario reducir el consumo de carne para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

El borrador del informe afirma que "las dietas a base de plantas pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 50% en comparación con la dieta occidental media". Brasil dice que esto es incorrecto.

Ambos países piden a los autores que eliminen o cambien algunos pasajes del texto que se refieren a "dietas basadas en plantas" que desempeñan un papel en la lucha contra el cambio climático, o que describen la carne de res como un alimento "con alto contenido de carbono".

Argentina también pidió que se eliminen del informe las referencias a los impuestos sobre la carne roja y a la campaña internacional "Lunes sin carne", que insta a las personas a renunciar a la carne por un día.

La nación sudamericana recomienda "evitar la generalización sobre los impactos de las dietas a base de carne en las opciones bajas en carbono", argumentando que hay evidencia de que las dietas a base de carne también pueden reducir las emisiones de carbono.

Sobre el mismo tema, Brasil dice que "las dietas a base de plantas no garantizan por sí mismas la reducción o el control de las emisiones relacionadas" y sostiene que el foco del debate debería estar en los niveles de emisiones de los diferentes sistemas de producción, más que en los tipos de alimentos.

Brasil, que ha experimentado aumentos significativos en la tasa de deforestación en la Amazonía y algunas otras áreas forestales, también cuestiona una referencia a que esto es resultado de cambios en las regulaciones gubernamentales, alegando que esto es incorrecto.