Una de cada cinco muertes en el mundo es causada por septicemia, también conocida como el "envenenamiento de la sangre" o la "asesina silenciosoa"

Según un estudio de la Universidad de Washington basado en registros médicos de 195 naciones, 11 millones de personas mueren al año a causa de esta enfermedad, más de las que mueren por cáncer.  Los investigadores detrás del estudio afirmaron que las cifras son "alarmantes" pues doblan las estimaciones anteriores.

La mayoría de los casos ocurren en países de ingresos medios y pobres, pero incluso las naciones más ricas lidian a diario con la fatal enfermedad.

Otro virus que nace sin darnos cuentas , es el del papiloma humano, causante principal de enfermedades de transmisión sexual y de dos formas muy agresivas de cáncer: el cervical y el de cabeza y cuello.

Lo más preocupante es que este cáncer es sumamente difícil de predecir, en esencia porque es asintomático. La forma de prevenirlo es a través de una citología, prueba que los expertos recomiendan a todas las mujeres hacerse anualmente tan pronto inicien su vida sexual. Es gracias a este procedimiento que se pueden evidenciar las lesiones que, de no tratarse, derivarían en cáncer.

Al igual que la septicemia y el virus de la papilona, en el grupo también entrarían por ejemplo el VIH, causante del sida, hasta el herpes simple 1 y 2, que causan llagas en la comisura de la boca y en la región genital.

En definitiva, si los virus pudieran definirse por una sola característica, la objetividad sería una buena opción. Al fin y al cabo, su objetivo es bastante sencillo: invadir las células de un ser vivo y utilizarlas para crear nuevas copias de sí mismo, que repetirán este proceso.

Sin embargo, el rito de invasión y replicación dura unos días, se esconde en parte y si el sistema inmunitario no es capaz de lidiar con el problema, la afección se convierte en una situación más grave que pone en peligro la vida.

Pero, ¿cómo consiguen pasar desapercibidos? ¿Y cómo reaparecen después de tanto tiempo? ¿Podría ser este el caso del SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la covid-19?

Básicamente, hay cuatro formas en que un virus se esconde en el cuerpo.

La primera de ellas es utilizada con frecuencia por la familia de los herpes.

Además del virus del herpes simple tipo 1 y 2, incluye la varicela, y el Epstein-Barr, que está detrás de la "enfermedad del beso", entre otros.

"Tienen ADN como material genético y logran quedarse en el núcleo de las células, como un apéndice de nuestro propio código genético", explica el virólogo Décio Diament, del Hospital Israelita Albert Einstein, en São Paulo.

Vale la pena recordar aquí que el ADN es el conjunto de letras (conocido en la ciencia como bases nitrogenadas) que componen el genoma. Están "alineados" en dos hilos, generalmente en el formato clásico de doble hélice.

"Estos virus de la familia de los herpes permanecen latentes durante mucho tiempo, sin replicarse muy intensamente. Consiguen inhibir las defensas internas de las células y volverse 'invisibles' para el sistema inmunitario", añade el médico, que también es consultor de la Sociedad Brasileña de Infectología.

El segundo mecanismo es comúnmente utilizado por otra familia: los retrovirus como el VIH y el HTLV. Es importante mencionar que este dúo no tiene ADN, sino ARN.

En otras palabras, su información genética está organizada de una manera más simple, en una sola hebra de secuencias de bases nitrogenadas. Los retrovirus pueden fusionarse con nuestro código genético.Esta integración ocurre con mayor frecuencia en los linfocitos T y los macrófagos, dos partes importantes del sistema inmunitario.

Pero, ¿cómo logran esta hazaña, si estamos hablando de virus de ARN y nos basamos en el ADN? Tanto el VIH como el HTLV tienen una enzima llamada transcriptasa inversa.

Y esto significa que puede convertir el código genético de estos virus de ARN a ADN.

Con esto, son capaces de incrustarse en el genoma humano y permanecer ocultos durante mucho tiempo.

"Eso representa una gran dificultad, porque no podemos eliminarlos ni siquiera con los medicamentos disponibles", explica el doctor Estevão Portela Nunes, subdirector de servicios clínicos del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Oswaldo Cruz (INI-FioCruz), en Río de Janeiro.

En otras palabras, el cóctel antirretroviral utilizado en pacientes infectados por el VIH puede incluso inhibir la replicación viral. Sin embargo, si la persona deja de tomar los medicamentos, existe el riesgo de que el VIH se vuelva a activar.

Ante tanta diversidad de virus, ¿podría el SARS-CoV-2, causante de la covid-19, persistir tras la infección inicial? Los expertos consultados  consideran improbable que tenga o desarrolle esta capacidad.

"El SARS-CoV-2 es un virus ARN que no tiene esa enzima transcriptasa inversa, como el VIH, por lo que no puede integrarse a nuestro genoma", explica el biólogo molecular Carlos Menck, del Departamento de Microbiología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (ICB-USP).

También carece de ADN en su constitución, como ocurre con los virus de la familia de los herpes, lo que impide su persistencia prolongada en la célula.

"Y los casos que vemos ahora, de personas que están nuevamente con covid, suceden porque se contagiaron por segunda vez con el coronavirus, y no porque estuvo escondido en su cuerpo por meses", explica el especialista.

"Si encontrásemos algo diferente a eso con el virus de la covid, sería una gran sorpresa para nosotros".