Una empresa con sede en Ciudad del Cabo denominada Hypernova Space Technologies planea meterse en el campo de las exploraciones e innovaciones espaciales. Han desarrollado un sistema de propulsión que podría dar incluso a los tipos de satélites más pequeños la capacidad de moverse.

"La mayoría de los satélites son simplemente computadoras que se lanzan por el costado de un cohete que cae en el espacio", afirmó Jonathan Lun, quien encabeza el proyecto. La compañía tiene la esperanza de que su tecnología se pueda aplicar a los nanosatélites, que son pequeños satélites que pesan menos de 10 kg e, incluso a los más pequeños de todos, los cubos de 10 cm conocidos como cubesats.

Se estima que ya hay 3.200 nanosatélites que flotan en órbita y se espera que ese número crezca rápidamente en un futuro cercano: solo SpaceX está en proceso de lanzar una constelación de alrededor de 42.000 satélites.

Pero a los expertos les preocupa que esta explosión de números pueda generar problemas. Sin maniobrabilidad, la capacidad de cambiar de dirección, los nanosatélites corren el riesgo de chocar entre sí, provocando desechos espaciales que podrían causar problemas para otras misiones.

La movilidad que proponen Lun y su equipo también facilitaría mucho la recuperación o eliminación de satélites una vez finalizada su vida laboral. Pero como los nanosatélites están diseñados deliberadamente para ser pequeños y baratos, cualquier nueva tecnología de propulsores debe ser simple para que sea comercialmente viable.

Hace aproximadamente una década, Lun se encontró con una tecnología de propulsión interesante que había sido previamente investigada por la NASA pero que nunca se había aplicado por completo. Descubrió que se podía usar una reacción eléctrica para vaporizar el combustible de metal sólido, un proceso que luego creaba un chorro de plasma en movimiento rápido que podía impulsar un satélite.

Una gran ventaja de usar combustibles sólidos de esta manera sería que el material sería lo suficientemente estable como para agregarlo a un sistema de propulsión antes del lanzamiento, eliminando la necesidad de cualquier combustible de último minuto antes de enviar satélites al espacio.

"No tienen que preocuparse por llenarlo, no tienen que preocuparse de que [el material] sea tóxico, no tienen que preocuparse de que durante el lanzamiento, algo se rompa y gotee", agrega Stephen Tillemans. el jefe de ingeniería de Hypernova.

Tillemans confirma que la compañía ha realizado con éxito varias pruebas ambientales, como hacer funcionar el propulsor en el vacío, en temperaturas extremas y con alta vibración. La primera misión de Hypernova en el espacio será a principios de 2022 con EnduroSat, una empresa con sede en Bulgaria.

Juntas, las empresas tienen como objetivo evaluar el rendimiento de la tecnología de propulsores en el espacio, incluida la medición de su fuerza y la demostración de que puede cambiar con éxito la órbita de un satélite.

Hypernova también está colaborando con otros actores de la industria espacial sudafricana, como el departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de Stellenbosch, que actualmente está desarrollando una tecnología que permitiría a los satélites acoplarse entre sí.

Mirando mucho más hacia el futuro, Lun confía en que sería posible ampliar la tecnología de propulsores de Hypernova para que pudiera usarse para satélites mucho más grandes y misiones más ambiciosas.

Incluso tiene la esperanza de que el uso de metal como combustible facilitará mayores oportunidades para la industria en su conjunto porque los propulsores podrían potencialmente alimentarse con sustancias que se encuentran en el espacio, tanto sustancias extraídas in situ como recolectadas de desechos espaciales, por ejemplo.

"Entonces, si ahora podemos cambiar de líquidos y gases raros y caros como fuentes de combustible, para mover cosas en el espacio con mineral de hierro u otros metales baratos y abandonados, cambia el juego por completo", afirmó Lun.