El 8 de enero de 1992 la hidroeléctrica portuguesa EDP, que gestiona la represa, procedió a llenar el lago del embalse. Ese día Aceredo quedó congelado en el tiempo y llegó a su fin toda una forma de vida para sus habitantes.

Tres décadas después, una severa sequía casi ha vaciado el lago y ha dejado al descubierto los restos de las casas anegadas.