Siempre se especuló sobre aspectos de la vida y la muerte de grandes mitos -como John Lennon, la Princesa Diana de Gales, Marilyn Monroe o Elvis Presley- que durante décadas se han considerado verídicos. Y las mismas circunstancias rodean la muerte de Pablo Neruda, el “poeta del pueblo”, que murió el 23 de septiembre de 1973 en una clínica de Santiago de Chile pocos días después del golpe de Estado comandado por Augusto Pinochet luego de derrocar al gobierno de Salvador Allende.

Sin embargo, casi 50 años después del fallecimiento del ganador del Premio Nobel de Literatura, el misterio de su muerte podría estar a horas de resolverse.

Esto, debido a que un panel internacional de expertos revelará el viernes o si la dictadura de Augusto Pinochet tuvo algo que ver.

Una quincena de expertos de Canadá, Dinamarca o Estados Unidos, reunidos en Santiago desde el pasado 24 de enero, dilucidarán el origen de la bacteria “clostridium botulinum” encontrada en un molar del poeta, cuyos restos fueron exhumados hace una década en su casa de Isla Negra.

El “clostridium botulinum”, responsable del bolutismo, es un bacilo que se encuentra por lo general en la tierra y la clave está en determinar si la muestra hallada fue alterada en un laboratorio e inoculada después, lo que demostraría la intervención de terceros.

“Se encontró una cantidad incompatible con la vida (…) Por fin vamos a conocer la verdad sobre su muerte”, ocurrida doce días después del golpe que el 11 de septiembre de 1973 que derrocó el Gobierno de Salvador Allende, afirmó a EFE Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda.

“Estamos en las puertas de terminar a una investigación trascendental”, admitió por su parte Mario Carroza, quien dirigió hasta 2020 la causa sobre el poeta más famoso de Chile.

La investigación arrancó en 2011 luego de que el Partido Comunista (PC), donde militaba el escritor y senador, presentó una querella cuestionando la versión de la dictadura, que apuntaba al cáncer metastásico y a la caquexia como la causa de muerte.

El partido se basó en el testimonio de Manuel Araya, antiguo chofer del poeta y quien sostiene que fue envenenado con químicos por el régimen cuando acudió por un empeoramiento de su estado de salud a la Clínica Santa María, en Santiago.

Araya fue una de las últimas personas que lo vio con vida, junto a la esposa de Neruda, Matilde Urrutia, quien “siempre afirmó que la enfermedad estaba controlada y que el urólogo le auguraba unos cinco años más de vida”, indicó a EFE el historiador y periodista Mario Amorós.

Amorós, autor de la biografía “Neruda. El príncipe de los poetas”, recordó que el Nobel había planeado viajar a México pocos días antes de morir, a los 69 años, y que en el exilio “hubiese sido el gran enemigo de Pinochet”.

“Neruda era un hombre muy peligroso para quedarse en Chile o para irse de Chile. Después de la muerte de Allende y Víctor Jara, no había otra persona que unificara tanto”, apuntó en la misma línea su sobrino.

La investigación, en la que han intervenido tres paneles de expertos, ha enfrentado muchas trabas, desde la poca colaboración de la clínica hasta las dificultades administrativas para que los sucesivos gobiernos financiaran las pruebas científicas en laboratorios extranjeros, según la familia.

El gran hito de la investigación se produjo en 2017, cuando el segundo panel de expertos detectó el “clostridium botulinum” en el molar y concluyó que el autor de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” no estaba en riesgo vital cuando ingresó en la clínica.

También fue trascendental que se lograra determinar que el médico que se encontraba de turno cuando falleció el poeta, el conocido como “doctor Prize”, no figura en ningún registro de la época del Colegio Médico, lo que ensombrece aún más esta figura ya de por sí enigmática.