Abbado, tímido, luchador, un ciudadano comprometido con la izquierda y amante de las plantas, estuvo al frente durante años de la Filarmónica de Berlín y de los prestigiosos Teatros de La Scala de Milán o la Staatsoper, la Ópera Estatal de Viena.

Nacido el 26 de junio de 1933 en Milán, en el seno de una familia de músicos e intelectuales, el joven Abbado estudió composición y piano con Carlo María Giulini en el Conservatorio milanés Giuseppe Verdi y se formó en la dirección de orquesta con Carlo Zecchi y Hans Swaroski, en las Academias Chigiana de Siena y de Viena, respectivamente.

El año 1958 fue el de su debut, en un concierto en Trieste. En 1965 tuvo su primer gran éxito en el Festival de Salzburgo, al dirigir la Segunda Sinfonía de Mahler. Su amplio y variado catálogo discográfico se abrió en 1967 con un registro Decca de la Séptima Sinfonía de Beethoven, junto a la Orquesta Filarmónica de Viena.

Abbado ha sido director de La Scala de Milán (1968-1986), de la Orquesta Sinfónica de Londres (1979-1988), de la Ópera de Viena (1986-1991) y de la Filarmónica de Berlín (1989-2002), en la que relevó a Herbert von Karajan. En todos los casos, sus principales aportaciones fueron una renovación generacional de músicos, programaciones temáticas multidisciplinales y un nuevo repertorio musical, que incluyó obras de compositores contemporáneos como Luigi Nono o Karlheinz Stockhausen.

Asiduo director invitado de la Orquesta Filarmónica de Viena desde 1971 y de la Orquesta Sinfónica de Chicago, desde 1982, el director italiano fundó la Joven Orquesta de la Comunidad Europea (1978), la Filarmónica de La Scala (1982) y la Joven Orquesta Internacional Gustav Mahler (1987). Impulsor del festival de música contemporánea "Wien Modern" (1987), también fue director musical en Viena (1987-1991), director artístico del Festival de Pascua de Salzburgo (1994), asesor artístico de la Orquesta de Cámara de Europa e impulsor en Suiza de la Lucerne Festival Orchestra (2003).

Nombrado senador vitalicio de Italia el 30 de agosto de 2013, destinó su sueldo a la Escuela de Música de la pequeña localidad de Fiesole (centro), en un gesto más de los muchos que tuvo a lo largo de su vida para promocionar la música clásica. Claudio Abbado fue reconocido con galardones como la Medalla Mozart (1971), Premio Ehrenring de Viena (1973), la Medalla de Oro Nicolai de Viena (1986), y con títulos como el de Caballero de la Gran Croce italiana (1988) y de la Cruz de la Legión de Honor francesa (1989).

Además estaba en posesión de la Medalla Mahler (1992), de la Gran Cruz del Mérito de la República Federal Alemana (1992), del Praemium Imperiale a las Artes de Japón (2003), la Medalla de Oro de la Royal Philharmonic Society londinense (2003), el Premio Yehudi Menuhin a la integración de las Artes y la Educación de La Escuela Superior de Música Reina Sofía, de la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2010) o el Premio Don Juan de Borbón de la Música (2011).