Por Martín Leopoldo Díaz



“Es un lujo…” comentaba la distinguida bailarina Silvia Bazilis en el entreacto de la la 2da. Gala de Ballet de Buenos Aires. Y así lo vivimos la mayor parte de los asistentes.

La noche del 25 de agosto fue in crescendo. Los bailarines invitados fueron brillando con bravura y destreza inusual. La apertura estuvo a cargo de los alumnos de la Fundación Julio Bocca. Ellos -algunos muy niños- son el futuro, y la esperanza de que surjan muchos jóvenes sobresalientes en nuestro medio, que no tengan necesidad de emigrar en busca de oportunidades y de la valoración deseada, esencial para un artista.

Luego, la española Carmen Corella y el cubano Dayron Vera del Barcelona Ballet expresaron con belleza sin par la composición After the rain, de Arvo Pärt. También los argentinos cumplieron con creces sus actuaciones: Silvina Perillo y Edgardo Trabalón del Teatro Colón, y Julieta Paul y Bautista Parada del Teatro Argentino de La Plata, estuvieron admirables y fueron calurosamente recibidos por el público. Polina Semionova -del Staatsballet Berlin- imprimió magia, ángel, lirismo y poesía a su expresión, junto a Dimitri Semionov. Descollaron con excelencia y prestancia en Duet con música de Isaac Schwartz y coreografía de Jasemine Bigo, al igual que en el brillante Pas de Deux de El Corsario.

Angel Corella dio muestras cabales de su talento y carisma. Ya retirado del American Ballet Theatre, conquistó con el solo The Fall con música de la Electric Light Orchestra, así como con La Soleá -junto a Carmen Corella- con poderosa música de Rubén Lebaniegos. Quien brilló siempre, en cada aparición, fue el extraordinario Daniil Simkin, que vive la danza desde sus diez años de edad. Es increíble cómo un bailarín puede mostrar tanta seguridad técnica y musicalidad. Talentoso y con un futuro todavía mejor, junto a Iana Selenko se distinguieron en La lluvia, precioso número armado con sonidos naturales y música de Bach.

Marianela Nuñez dio lecciones de técnica, estilo, equilibrio y seguridad. Dueña de una expresión exquisita, salió airosa al final de la Gala cuando por problemas técnicos se interrumpió el sonido. Bien acompañada por su partenaire -en el escenario y en la vida-, el brasileño Thiago Soares, Marianela siguió bailando hasta el final, como si el silencio también hubiese formado parte de la coreografía. ¡Bravísimo!