Cuando conocimos a Harry Ambrose (Bill Pullman) desentrañando la historia de Cora Tannetti (Jessica Biel) observamos a un detective obsesivo y minucioso con modos sensibles pero implacable a la hora de investigar y descifrar a una mujer a la que todos vieron asesinar a sangre fría a un joven en la playa.  La culpa, como un personaje casi presente, es el leitmotive de la serie y Harry Ambrose con la pesada mochila de su pasado a cuestas y sus problemas para relacionarse tiene, en los casos que investiga, la posibilidad de redimirse.

Tres temporadas después nos encontramos a Harry retirado de la policía e intentando recomponer su vida sentimental. Atrás quedaron los trágicos acontecimientos de la anterior temporada ha comenzado una relación con Sonya tratando de superar los traumas que les generó, un año atrás, su último caso. Juntos viajan para pasar el verano en la isla de Hannover donde él intentará poner en orden su cabeza y ella recuperar su inspiración artística con los bellos paisajes del norte de Maine.

Pero claro, si todo hubiera quedado así no tendríamos historia. En una de sus caminatas, Harry se cruza con una pescadora, perteneciente a una de las familias más importantes de la isla y poco después la ve saltar por un acantilado. 

Sin embargo, nada es tan fácil como lo que se ve a simple vista. El ser testigo termina por arrancarlo del descanso propuesto y la investigación lo irá llevando por lugares insospechados. Nada es más imposible para Harry Ambrose que dejar un rompecabezas sin todas las fichas en su lugar y se vuelve a sumergir en los enigmas que rodean a la víctima y los que la rodean.

Mezcla de thriller psicológico y drama, “The Sinner” construyó en estas cuatro temporadas la impronta de un nuevo detective para la colección de clásicos del género. Y quien sabe, tal vez en el futuro alguien decida que Harry Ambrose merece una nueva oportunidad.