El argumento se basa en la derogación de la doctrina Parot en 2013 por la que 77 presos fueron puestos en libertad antes de cumplir sus penas tal y como estipulaba la normativa vigente en España.  La historia nos muestra los cuestionamientos de una sociedad que ve las implicaciones morales y éticas de una decisión que se ciñe a la ley pero se aleja de la justicia.

Hombres acusados de crímenes aberrantes recuperan su libertad y un justiciero comienza a perseguirlos matándolos con procedimientos similares a los crímenes que estos habían cometido y dejando el mensaje “sentencia cumplida”.

La protagonista central de la historia es la detective de la policía Isabel Mora (Adriana Ugarte), una mujer que a los 16 años fue violada por un aristócrata que es liberado por el beneficio  legal.  Así los diez episodios de la serie van avanzando con multitud de frentes abiertos: una investigación policial que cuestionará la ética de las personas detrás de los uniformes ante su obligación profesional, una venganza planeada a fuego lento, una historia de amor truncada por traumas del pasado y una retorcida reflexión sobre las consecuencias de la aplicación de algunas normas cuestionables.

Si bien la idea central de la serie es atrapante, el desarrollo del argumento, básicamente los procedimientos policiales, pierde  verosimilitud en muchas vueltas del guión, lo que termina por socavar varias partes de la historia.  Como defensor acérrimo de que los policiales deben defender su credibilidad en todo lo que rodea a las investigaciones y procederes, debo decir que este es el punto más flaco de la serie. También algunos diálogos suenan artificiales y no consiguen ser convincentes.

En definitiva “Parot” promete mucho más de lo que termina dando y desperdicia parcialmente su premisa inicial. Al final de los diez episodios queda la sensación que podría haber sido un poco mejor.