En la actualidad más de US$ 130.000 millones están invertidos en criptomonedas que guardan paridad con el dólar (stablecoins), una cantidad que inquieta a instituciones económicas del mundo como el FMI y la Reserva Federal de los Estados Unidos.

 Las stablecoins han sido una de las principales vías de acceso al mundo cripto en los últimos años, sobre todo para aquellos que buscan refugio de la inflación y no quieren arriesgarse a comprar otras criptomonedas más volátiles, como Bitcoin o Ethereum.

 Uno de los preocupados por este creciente fenómeno es el Directorio del FMI, quien días atrás manifestó su temor a que una amplia adopción de los criptoactivos “podrían socavar la efectividad de la política monetaria, eludir las medidas de controles de capitales, y exacerbar los riesgos fiscales, además de grandes implicaciones para el sistema monetario internacional a largo plazo”.

 Además, la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, no le esquivó al tema y señaló que “Si la regulación tarda en llegar y los criptoactivos se convierten en un mayor riesgo para los consumidores y un potencial para la estabilidad financiera, la opción de prohibirlos no debe descartarse”, haciendo alusión a la clara intensión de regular las criptomonedas.

 En la actualidad hay cuatro stablecoins que concentran el 98% del mercado: USDT (US$ 71.000 millones de capitalización), USDC (US$ 44.000 millones), BUSD (US$ 8.500 millones) y DAI (US$ 5.500 millones).

 En nuestro país uno de los que hizo referencia al tema fue el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, quien aseguró que debería tratarse a los criptoactivos “como semejantes a los juegos de azar, y en ese sentido, nuestro objetivo debe ser aislar sus efectos del sistema financiero tradicional”.

 Además agregó: “Debemos focalizarnos en abordar los faltantes de datos para garantizar un monitoreo efectivo”, durante su participación en la primera reunión de Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales del G20, en India.