Según un estudio del defensor de la Tercera Edad, la jubilación mínima cubre sólo la mitad de una canasta básica.

Un relevamiento de gastos determinó que se necesitan dos mil sesenta y tres pesos para vivir, mientras que el 76 por ciento de los jubilados cobra el haber mínimo de ochocientos noventa y cinco pesos mensuales.

Por Continental, Eugenio Semino lamentó que en la sociedad argentina esté instalado “el concepto de vejez como pobreza”, lo que “genera miedo a ser viejo. No se puede admitir que uno no tenga el derecho a los goces mínimos de la vida”.

En Magdalena Tempranísimo, planteó que, “para que los aumentos automáticos dispuestos para marzo y septiembre tengan incidencia en la calidad de vida de los pasivos, se debe recuperar el salario de los jubilados”.

“Lo que pretendemos es generar una alerta social en los dirigentes sobre la necesidad del jubilado y la insatisfacción cotidiana que siente. Para realizar el cálculo, tomamos las calorías mínimas por día, los gastos de manutención de vivienda. Hay que tener en cuenta que el cálculo no implica que todos los jubilados estén en la indigencia, pero sí indica que muchos jubilados necesitan de ayuda externa. Calculamos los medicamentos que toma un jubilado por día y le sacamos el descuento de PAMI para hacerlo más realista”, enumeró.

Y añadió que “son casi cinco millones de jubilados (los involucrados en esta problemática) porque casi cuatro millones cobran la mínima, pero después hay otro segmento que cobra menos de la mínima, porque está pagando moratoria”.

Sobre la intención del Gobierno de recurrir a la Corte Suprema para detener las actualizaciones en las jubilaciones (la ANSeS apelará la sentencia de la Cámara Nacional de la Seguridad Social que dispuso la actualización de la Prestación Básica Universal, un componente que cobran todos los jubilados y que estaba congelado desde 1997), el ombudsman de la Tercera Edad advirtió que “los reclamos de reajuste van a continuar igual. Es querer parar la ola con la mano”, graficó Semino.