La Argentina es el mayor productor de alimentos per cápita de América Latina, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). El “granero del mundo” produce comida para 440 millones de habitantes, 10 veces el tamaño de su población.

Sin embargo, alimentarse en el país resulta cada vez más costoso. Una paradoja que se repite en otras naciones que lideran la producción regional, como Brasil, el exportador número uno, aunque la brecha se acentúa a nivel local: en 2020, la inflación argentina (36,1%) superó por 7 a la de nuestro vecino, que no pasó los dos dígitos (4,5%), de acuerdo al Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Este jueves, el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC) dio a conocer el dato de la inflación de febrero. Los precios de los alimentos aumentaron un 3,8%, dos décimas por encima de la suba general del mes (3,6%).

Detrás de esta cifra se esconde una evolución diferenciada en los principales productos de consumo masivo. Por un lado, con un importante avance en el caso de algunas frutas, hortalizas y verduras;y por el otro, con excepciones que registraron disminuciones.

Cinco artículos de verdulería encabezaron los aumentos de precios, muy por encima del promedio: el tomate redondo (36,8%), seguido por la naranja (24,1%), la lechuga (14,9%), la cebolla (14,7%) y la batata (12,9%).

Si se realiza una comparación de precios, se notauna diferencia entre productos similares que, sin dudas, desorientan al consumidor a la hora de optar por uno u otro. A modo de ejemplo, una ensalada de frutas puede salir más cara si contiene banana, que aumentó un 4,8%, o más barata si se usan manzanas deliciosas, que bajaron un 2,7%.

Pese a los acuerdos sectoriales y los esfuerzos de atemperar los progresivos aumentos, la inflación no cede. Los precios suben y el consumo baja. Mientras tanto, el Gobierno promete una desaceleración en los próximos meses, con la esperanza de enfriar el escenario.

Lo cierto es que, más allá de sus mensajes, se enciende la alarma. Los pronósticos de las consultoras privadas anticipan que los alimentos marcarán el pulso inflacionario, con una diferencia que puede llegar, incluso, a casi un punto por encima del promedio.