La imagen fue particular. Llovía de manera copiosa y Juan Antonio Pizzi, entrenador de Racing, buscó algún tipo de protección. Sin embargo, no es habitual ver, al menos en el fútbol argentino, a un entrenador durante 90 minutos con un paraguas en la mano. El DT no lo soltó ni siquiera cuando sobre el final del partido se metió a separar un principio de trifulca.