El Club Atlético Tigre volvió a la primera división después de vencer en la final a Barracas Central por 1 a 0 en un partido donde quedó clara una enorme diferencia de jerarquía individual a favor del ascendido.

Tigre fue siempre más. El control del juego pasó por una mitad de la cancha donde Menossi y Prediger fueron dueños totales y absolutos del juego, administraron la pelota y quitaron todo lo que pasó por allí. El "Perro" Prediger parecía tener un imán, todo lo que pasaba por el centro del campo caía en él.

Y dos delanteros brillantes: Magnin y Protti. El primero, un nueve de enorme nivel, aguanta de espaldas y siempre encuentra un compañero para descargar conp resición y tiene un enorme peso en el área. El segundo, movedizo, hábil, rápido inteligente para leer los huecos que deja el rival. Donde un defensor se manda, ahí va Protti.

Y Cristian Zabala, que a los 43 minutos del primer tiempo clavó un zapatazo de otro planeta, que se fue abriendo primero y cerrandose después, hasta pegar en el palo del lado de adentro y convertirse en un golazo que definió la final.

De a ratos, parecía un partido de Copa Argentina, donde un equipo de primera se enfrenta a un rival esforzado pero sin jerarquía. 

Barracas fue un barullo, nunca se entendía si estaba rechazando o tirando pases largos, pero no mostró un sistema de juego, ni peso ofensivo. Ascendió el mejor y volvió a una categoría que no debió abandonar, Hay que recordar que Tigre descendió habiendo sido campeón de la Copa de la Liga, venciendo en la final a Boca, delirios de este fútbol local.