La vacunación en los Estados Unidos es un tema de debate y conflicto. No por el stock de dosis como en otros países ni por la variedad de las mismas, sino por cuestiones filosóficas, religiosas o simplemente de principios. Hay quienes están convencidos, por los más diversos motivos, que vacunarse contra el COVID-19 es perjudicial y en ese esquema, entran a jugar las más disparatadas teorías conspirativas. El deporte queda en el medio de ese conflicto social y en el caso de la NBA, por la fama de los basquetbolistas, la polémica toma repercusión.

Cabe aclarar que la liga no ha dispuesto la obligatoriedad de la vacunación para los jugadores. El conflicto pasa por determinaciones gubernamentales, de ciudades o de estados, que impiden la concurrencia, como público o como protagonista, a un espectáculo deportivo sin estar vacunado. Tal es el caso del estado de Nueva York y de la ciudad de San Francisco. Por ese motivo, quedan incluidos en la polémica equipos como los New York Knicks, los Brooklyn Nets y los Golden State Warriors.

A medida que la temporada se acerca las discusiones crecen. Porque luego de un largo silencio, varias estrellas han manifestado públicamente estar en contra de las vacunas, como Bradley Beal, quien alegó "motivos personales" o Andrew Wiggins. El caso de este último es paradigmático, porque juega en los Warrios y si no se vacuna no puede jugar los encuentros de local. Justificó su decisión a partir de razones religiosas, un apartado contemplado dentro de las posibilidades de excepción, pero su caso particular no fue aceptado.

Hay quienes llevan sus creencias contra la inmunización mucho más allá, a un nivel inverosímil. Tal es el caso de la estrella de los Nets Kyrie Irving, polémico por naturaleza. Según la revista Rolling Stones, el base ex campeón con Cleveland Cavaliers, es adepto a una teoría conspirativa que considera que las vacunas son un complot de algunas sociedades secretas para conectar a personas negras a una computadora, mediante un chip, como parte de un plan satánico. Si, tal cual lo leyó.

En ese marco, aquellos que abogan por la vacunación como el plan de salvación más adecuado para la humanidad ante una pandemia de estas características también endurecieron sus posturas. Algunos de un modo más calmo, como LeBron James, quien con sólo hacer pública su postura, marca agenda. "Yo era muy escéptico sobre la vacuna, pero hice mi investigación. Me pareció que era lo mejor no solo para mí sino para mi familia y para mis amigos, y por eso decidí hacerlo", aseguró el jugador de Los Angeles Lakers.

Otros, como Shaquille O'Neal, son más vehementes: "Si yo fuera Durant o Harden subiría a los despachos de los directivos y les diría: 'saquen su culo de acá'". El ex jugador multicampeón con los Lakers y Miami Heat afirmó no estar en contra de las opiniones de Irving, pero que el jugador "tiene una obligación por la que él está ganando 200 millones de dólares".

Los principales ejecutivos de la NBA parecen ir por la misma senda. En las últimas horas se confirmó que la liga tomó la decisión de descontarle a los basquetbolistas el sueldo por los partidos que no jueguen. Si se confirma que efectivamente no pueden jugar los partidos como local, perderán la mitad de su salario.

La liga tiene confirmado que casi un 95% de los jugadores al menos han iniciado el proceso de vacunación, es decir que tienen por lo menos una dosis. Sin embargo, saben que tienen que sofocar el foco de conflicto, no solo porque una parte importante del 5% restante juega en los equipos donde es obligatorio estar vacunado, sino también porque la influencia de algunas estrellas puntuales puede repercutir en otros jugadores y en la sociedad entera.